_
_
_
_
TRIBUNA

Figo

La bronca que le espera a Figo esta tarde en el Camp Nou está más que justificada. Los barcelonistas no pueden entender cómo su madre, su madre portuguesa, les abandonó a todos para largarse a vivir con el enemigo fatal. Desde el caso de Di Stéfano no se había producido un hecho de similar relevancia, pero el supuesto es incomparable, puesto que si el Barça perdió a una gran madre rubia no sufrió el desgarro actual. Con Figo se ha cumplido, sin embargo, uno de los actos más trágicos en la historia moderna del fútbol y su simbología lleva a la desesperación.No es sencillo que un equipo logre poseer una madre cabal y poderosa que se afiance sobre el tiempo. El Barcelona ha tenido otras madres fundacionales como Kubala o Cruyff y conoce la importancia de este amor. Ambas fueron decisivas en la creación y procreación de una época, un estilo, una pasión, una clase de adhesión. Kubala era una madre a lo antiguo, lavandera y culona, blanda de carácter pero limpia y de buen corazón. Cruyff era una mala persona, menos cariñosa y hacendosa que Kubala, pero poseía el encanto del que disfrutan algunas madres instruidas que terminan influyendo mucho sobre los hijos e incluso crían a alguno gay. Con Kubala se estaba seguro de vivir bien alimentado y con Cruyff se veían garantizados los ingresos que atraía su sexy de mujer fatal.

El Barcelona ha perdido frente al Madrid a otras dos seudomadres en los últimos años: Laudrup y Schuster. Pero se trataba de madres de menor entidad, más independientes y relativamente desveladas por la progenie. Lo de Figo, sin embargo, es espectacular. Que haya abandonado el Barça esta matrona merece la intervención de la psicología jungiana y la psicología familiar. Cuesta creer que el dinero y sólo el dinero sea la explicación de una ruptura que ha dejado a su espalda el valor sin precio de la creciente consanguinidad grupal. A escala universal es tanto como si Beckenbauer, Pelé, Yashin o Charlton hubieran escapado una noche de sus destinos históricos. Es verdad que hoy apenas queda historia y sólo existe la sección de sucesos, pero aun así. Figo no está loco. No es postmoderno. No parece proclive a la traición o al flirt. ¿Qué ha pasado, pues, por el vientre de esa madre para desentrañarse tanto?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_