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ASAMBLEA -PREGUNTAS CON RESPUESTA

El sitio de mi recreo

No parece que los señores diputados conozcan a Antonio Vega. Así que, tampoco deben conocer su canción El sitio de mi recreo. No saben lo que se pierden. Pero de recreo -la autorización para abandonar el centro docente durante el descanso escolar- hablaron ayer los representantes del pueblo en la sesión de preguntas de la Asamblea de Madrid. Cristina Almeida, del grupo PSOE-Progresistas, había preguntado al presidente Alberto Ruiz-Gallardón por las medidas de seguridad en centros escolares. Y el presidente dijo lo propio: que si se habían dispuesto actuaciones para evitar los peligros de la drogodependencia, que si se habían hecho campañas para la convivencia en las escuelas. Y por ahí.

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Pero no. Almeida no iba por ahí. Almeida hablaba del recreo y de salir o no del instituto. Y a qué edad. Y decía que las cosas había que consensuarlas, que los consejos escolares debían de participar y que no se podía imponer "el ordeno y mando" como actitud única. Ruiz-Gallardón se enfadó y dijo que, si era de la normativa del recreo de lo que quería hablar, por qué no le preguntaba claramente por eso. Su razón tenía.

Y fue y dijo a Cristina Almeida que a ver si se ponía de acuerdo con el portavoz socialista de Educación, Adolfo Navarro. Porque Navarro, por lo que se ve, estaba conforme con que no se dejara salir a los chicos durante el horario lectivo. El presidente tiró de recorte de prensa para demostrar que Almeida decía una cosa y Navarro, la contraria. Otra vez se lo pusieron fácil. Y Ruiz-Gallardón se fue a los tiempos del PSOE -a "aquellos años verdes" que cantaba Javier Bergia- para demostrar que todo partía de una normativa del Gobierno socialista. Y que, de entonces, al PSOE sólo le quedaba, como en la canción, "el leve aroma de un helado de vainilla". Si alguien era progre en esto, era el PP. De izquierdas, IU "que, por lo menos, hace propuestas de izquierdas. Pero ustedes terminan por situarse siempre a nuestra derecha", ironizó.

Cristina Almeida se quedó, claro, sin poder responder. Cosas del reglamento que Jesús Pedroche, el presidente de la Cámara, aplica con espíritu espartano. Pero para eso estaba Adolfo Navarro, que -utilizando sus propias palabras- pegó tres o cuatro "descabellos" a Ruiz-Gallardón en la testuz del consejero de Educación, Gustavo Villapalos. A saber: el presidente había falseado sus relaciones con Almeida, porque entre ellos no había diferencias. El presidente gastaba "muchas bromitas" que a él no le hacían gracia. Y que no se las diera de progresista. En su opinión, el presidente y el consejero se disfrazaban de izquierdas, pero no engañaban a nadie ni con sus bromas: "No se empeñe: detrás de la liberté y la egalité nunca estará la frivolité", le espetó.

Más relajada estuvo Caridad García Álvarez (IU). Se interesó por las medidas del Gobierno regional sobre el ruido de los aviones y sus efectos en la salud y en... otras cosas. Hablaba con conocimiento de causa. Dijo que vivía en un lugar sobre el que pasaba de madrugada un avión: "Nos despierta. Y, como a esa hora no hay otra cosa que hacer..., no vea las consecuencias en la economía familiar".

Sin duda. Y que, aunque no lo dijo, son consecuencias que un día querrán, además, salir durante el recreo.

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