25 años moviendo los hilos
Una exposición repasa en Bilbao la historia del grupo aragonés Los Titiriteros de Binéfar
Comenzaron hace 25 años cobrando 5.000 pesetas por función y la comida del día y hoy emplean a nueve personas y realizan 220 funciones al año. Son Los Titiriteros de Binéfar, una compañía oscense que fundaron hace un cuarto de siglo Paco Paricio y Pilar Amorós y que desde entonces ha ido extendiendo su arte desde los pueblos de Aragón hasta más allá de las frontera españolas, en escenarios de Grecia, Canadá, EE UU y República Checa, entre otros países.El Centro de Documentación de Títeres de Bilbao (Barrainkua, 5) se ha sumado a la celebración del 25 aniversario de la fundación del grupo con una exposición que recorre su historia. Con esta muestra, además, arrancan los actos de la 19ª edición del Festival Internacional de Títeres de Bilbao, que acercará hasta la capital vizcaína espectáculos de muñecos para niños y adultos a partir del 10 de noviembre.
En la exposición, se pueden ver los escenarios de varios montajes claves de la compañía, que combina las técnicas más novedosas para mover los hilos de los muñecos con sistemas antiguos prácticamente desaparecidos.
En 1975, Los Titiriteros de Binéfar comenzaron a hacer historia con el espectáculo La oca que habla, en esos tiempos en que cobraban 5.000 pesetas por función y una comida que les ofrecía algún vecino y que les servía para oír historias que en algún caso luego aprovechaban para sus espectáculos. "Los diez primeros años fueron los más duros, pero desde hace 15 años, vivimos exclusivamente de esto", cuenta Pilar Amorós.
Poco a poco, fueron subiendo su caché y experimentando con nuevos sistemas para dar movimiento y expresividad a las marionetas. Ejemplo de esta evolución es el escenario del espectáculo Retablo de Navidad, que cuenta con varios niveles y compartimentos que se abren y se cierran. Pero más allá de la técnica, la exposición sobre esta compañía es una lección de historia de los diferentes modelos de muñecos que existen, desde los títeres planos de estilo románico, hasta los clásicos muñecos de la obra El bandido de cucarachas, que viajaban en carromato por los pueblos, y que cuentan una historia real en la que figuran, cómo no, el rico del pueblo, el guardia civil y el ladrón.
También se pueden ver conjuntos de muñecos planos con movimiento en las extremidades y en los ojos y que permiten a los titiriteros convertirse en un personaje más en el montaje Almogavares. "Nos interesa abrir el espacio y no encerrarnos en un escenario. Nosotros no nos ocultamos e incluso hacemos escenas sin muñecos. Lo que importa es lo que estás contando", explicó Paco Paricio.
Además de teatro de muñecos, el grupo ofrece espectáculos de calle medievales y renacentistas con zancos, cabezudos y otros artilugios. Y hasta editan discos compactos y sacan al mercado juegos inspirados en sus montajes, que están expuestos también en el centro bilbaíno hasta el próximo 8 de enero.
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