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FÚTBOL Liga de Campeones

Figomanía

El Bernabéu celebra con entusiasmo la exhibición del portugués ante el Bayer y el pase del Madrid

Enganchado a Figo, a la endemoniada combinación que forman su cintura y su pierna derecha, el Madrid solventó la visita del Bayer Leverkusen. Lo hizo con comodidad, con mucha más de la que fue contando el marcador durante el trayecto, y jugando con fuego. Se sintió tan superior al rival que sólo apretó cuando lo consideró estrictamente necesario. Marcó los goles cuando quiso, simplemente cada vez que el resultado le forzó a hacerlo. La secuencia fue la misma: arreón, gol y siesta. El Bayer se crecía, castigaba con gol los ratos de confianza y relajación de los blancos, y vuelta a empezar: arreón, gol y siesta.Al conjunto blanco le faltó una pizca de continuidad y mucho de Raúl, que pese a su gol sigue sin encontrarle el aire al nuevo formato, tal vez sin adquirir el adecuado punto de forma. Y de nuevo le sobraron también al Madrid unas cuantas distracciones defensivas, aparentemente más producto de la relajación que de lagunas tácticas, que autorizaron a los alemanes a campar a sus anchas por el área de César y sus inmediaciones.

REAL MADRID 5 BAYER LEVERKUSEN 3

Real Madrid: César; Geremi, Hierro (Celades, m. 46), Iván Campo, Roberto Carlos; Helguera, Makelele; Figo (Munitis, m. 89), Guti, Savio (Solari, m. 70); y Raúl.Bayer Leverkusen: Zuberbühler; Reeb, Zivkovic, Nowotny, Kovac; Neuville, Ramelow (Rink, m. 70) , Ballack, Zé Roberto, Brdaric; y Kirsten. Goles: 1-0. M. 3 . Guti, con la derecha tras centro de Figo. 1-1. M. 20. Brdaric, a la salida de un córner. 2-1. M. 24. Helguera, de cabezazo picado. 2-2. M. 55. Kirsten cabecea a la salida de un córner. 3-2. M. 64. Roberto Carlos entrega a Guti, que controla y bate a Zuberbühler con la zurda. 4-2. M. 75. Raúl cuela el balón entre las piernas del portero tras centro de Solari. 4-3. M. 78. Rink resuelve una serie de rechaces en el área. 5-3. M. 88. Penalti sobre Figo; el público pide que lo lance el portugués y éste transforma. Árbitro: Messina (Italia). Amonestó a Helguera, Nowotny, Zivtkovic. Unos 70.000 espectadores en el Bernabéu.

Pero el vuelo de Figo, su iluminación permanente, le alcanzó al Madrid para pasar por encima del puñado de contrariedades que le dejó la cita europea. El liderazgo del portugués sobre el partido fue indiscutible. Su entrenador se lo premió concediéndole el lanzamiento del penalti que cerró la cuenta (el público, a voces, tampoco le dejó otra opción) y regalándole una sustitución a dos minutos del final para que el Bernabéu se deshiciera de entusiasmo con una estruendosa ovación. Si Figo necesitaba cargarse de algún tipo de gasolina moral para afrontar entero el duelo del sábado en el Camp Nou, el partido de ayer le dejó el depósito lleno.

En una noche en la que el Madrid jugó con intermitencia, a ratos, Figo incluso tuvo el buen detalle de la constancia. Puso a hervir el Bernabéu. Cuando la cintura del portugués entra en asociación con su pierna derecha no hay rival que pueda ponerle un candado. La una compite contra el adversario, al que retuerce con sus mentiras; la otra juega a favor del compañero, al que llena de regalos en forma de pases sabrosísimos. Mientras esto ocurrió ayer, el conjunto blanco no tuvo problemas. Así encontró el primer gol -un quiebro tras otro y, luego, la rosca precisa a media altura-, del que se apropió Guti con un derechazo final en semifallo. Así se construyó también el segundo -control, cabeza arriba y centro milimétricamente ajustado-, que Helguera apadrinó con un testarazo estupendo. Y por ese camino llegaron los mejores dibujos de la noche.

Al paseo imperial de Figo se unieron en ocasiones alguna de esas armas de ataques de las que este Madrid anda ciertamente sobrado. Por ejemplo, Guti, que sigue desconocidamente eficaz como punta, con un olfato más propio de otra raza que de la suya de mediocampista de toque. Y Roberto Carlos, cuyos desbordes arrolladores a toda pastilla por el costado izquierdo siguen siendo imparables. Pero el Madrid le metió el freno a su juego, le inyectó más treguas que ataques, y dejó que el Bayer amagara con inventarse complicaciones.

El conjunto alemán recibió licencia para todo. Para agarrar el balón, para disfrazar de mucho peligro cualquier combinación en la corona del área y para saciarle de trabajo a César. Su fútbol no dio para tanto, su incuestionable inferioridad respecto al Madrid tampoco, pero el caso es que el Bayer dispuso de una docena de ocasiones claras. Tiros al larguero, estiradas de César y hasta tres goles. El Madrid se lo permitió todo, menos la victoria, que nunca estuvo en el aire. El Leverkusen llegó a empatar hasta dos veces, pero jamás corrió peligro. A cada igualada, el Madrid contestó con una facilidad pasmosa y una contundencia tremenda. Siempre que quiso, el Madrid trenzó jugada. Siempre que quiso, el Madrid marcó gol. Y así, con una autoridad insultante y la mirada puesta en el Camp Nou, el conjunto blanco se quitó de encima al Bayer Leverkusen y se garantizó un asiento en la segunda fase de la Liga de Campeones.

Pero por encima de todo, lo que el partido de ayer dejó fue un apellido. El de Figo, que ya tiene conquistado al madridismo.

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