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Entrevista:LILY YEHARTISTA

"Yo tampoco creía que el arte podía cambiar una comunidad"

Lily Yeh (Gueizhou, China, 1941) recuerda una y otra vez que es artista. Reconvertir un degradado barrio de Filadelfia (EE UU) en la Ciudad de las Artes y las Humanidades es su proyecto. Yeh y otros profesionales que han contribuido a la transformación de la ciudad estadounidense explicaron ayer su experiencia a las autoridades vascas como parte del programa Aprendiendo de las ciudades en la que participan "Euskadi, ciudad global" y una veintena de urbes de todo el mundo.Pregunta. ¿Qué le ha impresionado de Bilbao?

Respuesta. Su energía, optimismo, esperanza, lo abierta que es, las ganas que tiene de aprender, de compartir. Bilbao tiene mucho que enseñar al mundo.

P. ¿Por ejemplo?

R. Cómo regenerar a una ciudad con unas tradiciones tan antiguas como las vascas, arriesgándose con una arquitectura nueva y diferente y con arte moderno traído de Estados Unidos. Es tremendo.

P. ¿Qué es exactamente la Ciudad de las Artes y las Humanidades que usted creó?

R. Es una organización artística sin ánimo de lucro, pero también es un lugar físico, un vecindario de varias manzanas donde hemos convertido aparcamientos abandonados en jardines,... Además tenemos proyectos en muchas ciudades del mundo.

P. ¿Pero alberga museos, conciertos, teatro?

R. No. La Ciudad de las Artes empezó como un modesto proyecto artístico. Fui a un barrio céntrico, de gente pobre, sobre todo afroamericanos, portorriqueños, etcétera. Era una zona abandonada. Fui allí como artista, quería crear un parque, pero los adultos no me ayudaban, vinieron los niños. Fue una pequeñísima semilla y ahora es una organización multidimensional para transformar la comunidad mediante el arte.

P. ¿Cómo la ha cambiado?

R. Seguimos un modelo llamado Construir juntos. Transformamos los edificios, las personas, convertimos los solares abandonados en huertas, zonas verdes y parques infantiles con la participación de la comunidad. Transformamos a la gente a través del arte, del teatro u otras artes creativas. Por ejemplo, preguntamos a los vecinos sobre los problemas que les afectan, que rompen sus familias y con esos temas creamos obras de teatro muy cercanas a su vida cotidiana en las que actúan.

P. ¿Qué es más necesario el dinero o la imaginación?

R. Ambos, pero para empezar necesitas imaginación, la ambición de crear, saber a dónde van y qué quieres lograr. El dinero es una parte ¡aunque también necesaria! Con dinero podemos llegar a más gente y sobre todo dar estabilidad a nuestros trabajadores. Como es mi proyecto artístico, yo lo haría con o sin dinero, pero no puedes lograr que otra gente se comprometa a cambio de nada si tiene que ganar dinero para vivir.

P. Ha visitado Bilbao La Vieja. ¿Qué cambiaría allí?

R. Ya ha empezado con Bilbaoarte, que será un pilar de la transformación, aunque a mí me gusta trabajar en la calle, con los niños. Construir el primer parque se convirtió en nuestro primer programa educativo. Creo que hay grandísimas oportunidades en ese barrio. Exploraría la multiculturalidad, animaría a los vecinos a contar historias para que ahonden en sus raíces y redefinan dónde están. También habría que lograr que artistas que trabajaran con ellos, porque el arte puede cambiar sus vidas. Es lo que llamo alquimia. Si te puedes enraizar en la comunidad, toda la comunidad soñará contigo.

P. Parece más bien un concepto, no acciones concretas.

R. Es una estrategia con acciones muy específicas. La gente, incluida yo, no podía creer que el arte pudiera cambiar una comunidad. Pero ahora poco a poco la mentalidad de la gente va a cambiando. Hay que empezar por ahí. Ahora estudiantes de todo el país vienen a conocer nuestras estrategias.

P. ¿Ha logrado la transformación que el vecindario también salga del barrio al resto de la ciudad?

R. Es corazón de nuestro programa, aunque también construyamos casas, hagamos festivales teatrales y excelentes jardines. Nuestros primeros graduados van todos a la universidad. Con el teatro juvenil, hemos conseguido poco a poco ir formando a niños callejeros nada acostumbrados a la disciplina. También hemos logrado que viajen para exponerlos al mundo y que puedan mirar a la gente de tú a tú.

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