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FÚTBOL La resaca de la jornada

Desconcierto en la Real

Santiago Segurola

Las señales de alarma se suceden en la Real Sociedad, atropellada el sábado por el Barcelona en uno de esos partidos que abren heridas de difícil curación. La afición, poco dada a la alharaca, se revolvió contra el presidente Uranga y contra Clemente, a quien ven como un cuerpo extraño por su procedencia y por su carácter.Desde su regreso a Primera en 1967, la Real Sociedad tuvo la virtud de generar un estilo como club. Se hizo fuerte a través del talante discreto de sus dirigentes, de su cuidadoso trabajo con la cantera y de su ascendencia en Guipúzcoa, donde la Real se convirtió muy pronto en una potente referencia social. Con unas señas de identidad muy marcadas, ha atravesado con éxito las últimas cuatro décadas.

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LOS DATOS

Durante este largo periodo de tiempo, la Real ha ganado las dos únicas Ligas de su historia, además de conquistar una Copa. Pero su mayor mérito reside en su fiabilidad para evitar el descenso, el trauma más común del fútbol. El Valencia, Atlético de Madrid, Zaragoza, Sporting de Gijón, Betis y Sevilla, por citar a varios clásicos de la Primera División, pueden dar fe de ello.

La sólida trayectoria de la Real se ha debido muy probablemente a su carácter refractario a las modas. Su fidelidad a un estilo de vida le rindió beneficios indiscutibles, hasta que llegaron las dudas, primero tras la derogación del derecho de retención, después con la sentencia Bosman. Para salvar estos dos obstáculos se requería de imaginación y tenacidad. La Real decidió acabar con su viejo modelo y abrió la puerta a jugadores extranjeros, decisión que fue considerada irremediable ante lo que se suponía una situación de inferioridad.

Como ocurrió con el Sporting, y hasta con Osasuna, la Real parece que comienza a pagar su alejamiento de los principios que gobernaron el club durante tantos años. La contratación de Clemente abundó en el rechazo a los viejos criterios. Primero por su adscripción sentimental al Athletic; segundo por un carácter radicalmente contrario al espíritu del club, que ha había hecho virtud de la prudencia. Sobre la política de fichajes, los datos son elocuentes. La Real ha gastado 3.600 millones este verano en contratar al sueco Asper, a los turcos Arif y Tayfun, al belga Peyrelmans y al francés Collet. A ellos se unen el lituano Jankauskas y el ruso Koklov.

Un equipo que había hecho escuela de la endogamia, se ha convertido en una especie de sucursal de países bastante laterales en asuntos del fútbol. Con la consideración añadida de que muchos de estos futbolistas siegan la proyección de los muchachos de la cantera. No parece que esta ONU de segunda fila sirva como fuerza de adhesión en los malos tiempos. Al contrario: es probable que la gente abandone a un equipo con el que cada tiene menos vínculos. Y todo por salirse de un modelo díficil, pero eficaz. O eso decía la historia.

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