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Llamazares y Frutos tratan de probar su ventaja para forzar un pacto

Carlos E. Cué

Nadie en Izquierda Unida quiere correr riesgos inútiles y, sobre todo, nadie quiere ganar una Asamblea por nueve votos, como le sucedió a José Luis Rodríguez Zapatero, secretario general del PSOE, en julio. Por eso, los dos candidatos principales se esfuerzan en recabar delegados este fin de semana para poder forzar un pacto con el teórico derrotado. El problema es que si los números no son muy claros -siempre habrá un porcentaje notable de indecisos- ambos candidatos preferirán jugárselo a todo o nada en la Asamblea que aceptar una derrota antes de tiempo.

Minorías al poder

La fecha clave para saber si queda alguna posibilidad de pacto pese al enfrentamiento abierto entre las dos principales candidaturas es el lunes 16. Para entonces, una vez cerradas todas las asambleas regionales, los equipos de Gaspar Llamazares y Francisco Frutos habrán hecho un exhaustivo recuento de los delegados con los que cuentan, comunidad por comunidad.Es probable una reunión entre ambos equipos para cruzar datos y convencer al otro de que los números son tan superiores que no merece la pena acudir a una derrota segura. Hasta ahora, el candidato que con más vehemencia habla de llegar a un acuerdo es Frutos, secretario general del PCE. Ayer, en Oviedo, la tierra de Llamazares, adonde acudió para recabar apoyos -el asturiano estuvo el día anterior en Cataluña, de donde es Frutos- el líder de los comunistas volvió a lanzar esta oferta de pacto, informa Javier Cuartas.

El problema es que los dos han apostado tan fuerte por llegar al número uno de la coalición, que cualquier cesión sería entendida inmediatamente como una derrota de uno de los dos y como un "pasteleo" de última hora. Frutos ofrece a Llamazares ser su segundo, y éste propone para el catalán el nuevo puesto de presidente, un cargo casi honorífico.

El pacto se aventura difícil, porque habrá una parte de delegados no adscritos que se pueden ir a cualquiera de los dos. Llamazares y su equipo, por ejemplo, están augurando una fuerza considerable al sector crítico del PCE, liderado por Ángeles Maestro. Éste le roba votos a Frutos, quien le niega esa representatividad y se atribuye casi todos esos delegados.

Además de este grupo crítico, que presentará candidatura propia, previsiblemente a Maestro, hay otros muchos grupúsculos que no han comprometido aún su apoyo con claridad.

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Mientras, el apoyo abierto que Anguita ha ofrecido al asturiano, punto clave de la campaña, no parece haberle restado ningún respaldo. Especialmente significativo es el de las corrientes minoritarias, muy críticas con el coordinador general en los últimos años. Tercera Vía, por ejemplo, liderada por José Francisco Mendi, ha pedido en múltiples ocasiones en los últimos meses la dimisión de Anguita. Este aguante de las minorías y de las federaciones más díscolas con los dictámenes del líder se explica sobre todo por dos motivos. Uno, porque Llamazares, pese a llevar a Anguita en su lista, se ha comprometido a no dejar que "hipoteque" su labor en la dirección y a desvincularse rápidamente de él en cuanto llegue al poder. El cordobés sigue arrastrando mucho poder en federaciones fieles, pero también son evidentes sus ganas de alejarse de la dirección diaria, lo que le puede dejar manos libres a Llamazares.

El otro motivo fundamental lo marca quién está al otro lado: el buque PCE. Las minorías y algunas federaciones, que han visto cómo las decisiones más importantes de IU en los últimos años se tomaban dentro del comité federal del PCE -el antiguo comité central-, han vislumbrado por primera vez la posibilidad, en plena crisis de liderazgo y vacío de poder, de influir en esas decisiones finales. Y se han lanzado de cabeza, sin importarles que Llamazares fuera miembro de ese comité federal del PCE y defensor hasta hace muy poco de que las decisiones importantes se tomaran allí.Ningún representante de los grupos que apoyan a Llamazares han criticado abiertamente el respaldo de Anguita. Los rechazos han venido del sector de Frutos. El propio secretario general acusó ayer al líder de la coalición de haber materializado la "ruptura psicológica" en IU. Ayer se unió a ellos Izquierda Republicana, que está prácticamente fuera de IU, y que no acudirá a la Asamblea porque no ha obtenido delegados.

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