Roser molt excel.lent
Los sirios recitaban los nombres de Dios con un rosario en la mano. Los musulmanes que pronuncien, en solitario y mentalmente, los cien menos uno nombres de Alá, mientras pasan las cuentas de su subha, entrarán en el Paraíso. Desde el siglo XII los cistercienses practicaban la devoción de rezar -On s'hi resa el rosari, mai no falta el necessari- ciento cincuenta avemarías en recuerdo de los ciento cincuenta salmos, por lo que se le llamó el saltiri de Maria: Qui humilment vos presenta/ lo Psaltiri gloriós/ és digne que tostemps senta/ al mester vostre socors. Los legos, que ya no dominaban el latín, completaban sus piadosos ejercicios con estos rezos -Els rosaris a la mà i el Diable a la butxaca-, contabilizados, a imitación de las piedrecitas de los anacoretas orientales con la colección de granos insertados en una pita o cabuya inventada por san Beda el Venerable.La misma Virgen en persona se apareció a santo Domingo, a fin de conseguir una arma, tan eficaz como la hoguera, contra la llamada herejía albigense, que, en el siglo XIII, pretendía profesar un cristianismo más evangélico. El de Guzmán lo reestructuró, añadiendo los misterios: Cent cinquanta avemaries/ té a dir cascún devot,/ paternoster quinze dies;/ si vol llec o sacerdot/ dir-ho pot cada jornada/ o setmana o plaer. El dominico Pío V creyó ver la mano de la Virgen en la victoria del 7 de octubre 1571 de los cristianos sobre los turcos en Lepanto -Destruï-lo de quan té/ el gran turc, Verge Maria,/ puix amb tanta senyoria/ vol venir contra la fe- supuso la universalización de la fiesta y la conversión de rosario en la oración por excelencia, en el breviario del pueblo y el centro de la liturgia familiar: Déu plantà dins Vós, Senyora,/ lo roser molt excel.lent/ quan vós sou mereixedora/ de concebre'l purament.
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