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Nacionalista, demócrata y antinorteamericano

Vojislav Kostunica es un político consecuente que fue perseguido por el régimen de Tito

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Insurrección popular contra Milosevic

ENVIADO ESPECIALA Vojislav Kostunica, el hombre que está a punto de poner fin a los 13 años de despotismo del presidente Slobodan Milosevic en Yugoslavia, la prensa del régimen sólo consiguió echarle en cara que tiene gatos en casa. Ya se sabe, escribía el diario Politika: los gatos son animales mentirosos y de poco fiar, como su dueño. Nada más lejos de la realidad. Si algo rebosa este hombre sin carisma, es la confianza que inspira. La misma que depositaron en él más de la mitad de los serbios que le votaron para presidente el pasado 24 de septiembre. "El hombre a quien se le puede mirar a los ojos", decía su propaganda electoral. En efecto, Kostunica encarna esa honradez de alguien a quien se le puede comprar un coche de segunda mano con la confianza de que no tendrá vicios ocultos.

Nacido en Belgrado hace 56 años, es doctor en Derecho y fue asistente en la Facultad de Derecho de Belgrado entre 1970 y 1974. A partir de ese año, trabajó en el instituto de Ciencias Sociales de Belgrado y, desde 1981, en el de Filosofía y Teoría Social, del que llegó a ser director. En 1978 había publicado su primer libro, El sistema capitalista y la oposición.

Tras la adopción del sistema pluripartidista en el país, en 1989, Kostunica fue uno de los fundadores del Partido Demócrata (DS), que abandonó en 1992 para fundar el DDS, una formación pequeña que aglutina a la pequeña burguesía nacionalista de la capital yugoslava. Kostunica fue diputado en el Parlamento serbio en dos legislaturas, de 1990 a 1997, año en que su partido boicoteó las elecciones parlamentarias.

Ésta fue su plataforma para ser elegido cabeza del bloque Oposición Democrática de Serbia (DOS), formada por 18 partidos y que superó de lejos en las elecciones a la otra formación opositora, el Movimiento Serbio de Renovación (SPO).

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Ardiente nacionalista

A este hombre, sin atributos políticos aparentes, la propaganda del régimen no pudo jamás echarle en cara que sea un vendepatrias. Kostunica no abandonó Serbia durante los 78 días que duraron los bombardeos de la OTAN, que criticó con dureza. No existe una foto suya al lado de los agresores. Sí hay en cambio una bastante comprometedora, con un fusil ametrallador, en Kosovo en 1998, cuando los serbios habían puesto a toda marcha los ataques contra los albanokosovares. No puede pedirse mayor pedigrí de nacionalismo serbio a un hombre que en el pasado llegó a formular como lema para sí y su partido: "Primero Serbia y después la democracia".Es también un fervoroso antiestadounidense, algo que también ha jugado a su favor a la hora de acopiar votos. Un portavoz del Departamento de Estado reconoció en su día que, si bien el presidente Bill Clinton deseaba un cambio de Gobierno en Yugoslavia y se apreciaba a Kostunica, tampoco se estaba de acuerdo con él en todo.

Al mismo tiempo, Kostunica es uno de los pocos políticos serbios que jamás coqueteó con Milosevic. Ni se vendió, ni se dejó seducir por sus cantos de sirena. Lo mismo ocurrió durante la dictadura de Tito. En esa época, Kostunica sufrió persecución política, jamás se afilió a la Liga de los Comunistas y perdió su puesto de profesor universitario.

Cuando Milosevic hizo sus planes para perpetuarse en el poder, tras la reforma constitucional del pasado mes de julio, por medio de una elección por sufragio universal, echó sus cuentas sin contar con Kostunica, que tenía un partido insignificante. Decía la televisión del régimen que Kostunica tenía más gatos que afiliados en su partido. Y puede que incluso tuviesen razón, pero Kostunica fue capaz de catalizar en su persona los deseos de un pueblo harto de palabrería, de patriotismo barato y propaganda, ansioso de llevar una vida normal, de cobrar salarios decentes y con puntualidad, tener asistencia médica y poder calentar la casa en invierno.

Respecto a su afición a los gatos, suele ironizar sobre su idoneidad para gobernar Serbia, porque dice haber conseguido que sus gatos se lleven bien con su perro.

Cristiano ortodoxo

En una entrevista personal, que le hizo la revista Nin, dejó al descubierto Kostunica muchos aspectos de su personalidad: "Seguiré viviendo en el mismo piso. Cualquier otra vivienda no sería tan cómoda como la mía". Cristiano ortodoxo, está casado con Zorica Radovic, doctora en Derecho, como él, y sobrina del obispo Amfilohije Radovic, cabeza de la diócesis montenegrina y posible sucesor del anciano patriarca Pavle al frente de la Iglesia serbia.No quiere guardaespaldas y se le veía tranquilamente por los cafés de Belgrado. Su coche es uno de fabricación yugoslava de 10 años. Explica que jugaba al baloncesto y es hincha del equipo de Belgrado Estrella Roja. No haber militado en el patido comunista lo considera natural y no se trata ahora de presumir por ello.

Cosa insólita en un serbio, no fuma y bebe lo justo para que no le llamen abstemio. A la pregunta de qué defectos ve al pueblo serbio, el nuevo presidente electo responde que la falta de autodisciplina.

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