Movimiento comunitario
Fiel a su habitual nivel de toxicidad televisiva, la noche del sábado acogió, en Antena 3, el estreno de dos novedades que tienen en común el movimiento: Fugitivos en la ciudad y Trip. Con un despliegue de medios del copón, Fugitivos en la ciudad apuesta por un concurso lioso en su estructura, estridente en su forma y cargante en su duración, que cuenta con Alonso Caparrós como acelerado presentador. Tres parejas de concursantes se esconden en algún rincón de una ciudad y deben ser localizados por tres grupos de cazadores.Mientras avanza la cacería, asistimos a las pruebas que han tenido que superar los implicados. Un poco de cámara indiscreta, algo de Inocente, inocente con pringao famoso y los inevitables reporteros de calle amenizan un híbrido que toca tantas teclas que uno acaba perdiendo, además de la paciencia, el sentido de la orientación. Abundan la promoción encubierta, la endogamia y ese negocio que consiste en vehicular la participación del público a través de un teléfono 906. La persecución que insinúa el título del programa sólo sirve para justificar una estructura que tiene elementos espectaculares y situaciones muy trabajadas, pero que sólo consigue, al igual que el baile de cámaras, marear al personal.
Trip es otra cosa. Contagiado por el espíritu de El bus, se trata de un viaje en monovolumen, otro anuncio con tripulación famosa. En su primera noche, Trip viajó a Sigüenza con Kitty Manver al volante, Carmen Maura de copiloto y Álex de la Iglesia de, con perdón, paquete. Todos promocionaban la película La comunidad y el azar o la mercadotecnia quisieron que se emitiera la noche en la que Maura recibía su premio en San Sebastián.
Trip bucea en esa inquietante intimidad que se produce cuando suben a un coche personas que se conocen pero no tanto como para odiarse en silencio. La ausencia de entrevistador convencional hizo que los diálogos fueran amenos e interesantes y cabe destacar, por su agilidad neuronal, la actuación de Álex de la Iglesia, que estuvo bastante más inteligente que en los miles de entrevistas que le han hecho estos días. Conclusión: en lugar de gastarnos millones en platós y vociferantes estrellas, metamos a la gente dentro de un coche relleno de cámaras, operemos el resultado en una sala de montaje, y luego, a esperar el veredicto, generalmente cruel, de la audiencia. Antes de que lo retiren carbonizado de la parrilla, deberían ver Trip y saborear su extraño poder hipnótico, capaz de generar diagnósticos sobre nuestro incierto futuro, como el que formuló, sin llevar el cinturón de seguridad abrochado, Álex de la Iglesia: "¿Sabéis cuál será nuestro final? El programa de Parada. Él estará igual que ahora, nosotros hechos polvo y cantaremos a coro, acompañados por el pianista, un tema heavy de El día de la bestia".
("Fugitivos" tuvo 2.249.000 espectadores y un 19.9% de cuota de pantalla. "Trip" fue visto por 915.000 personas, con un 13,7% de cuota)
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