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FÚTBOL La resaca de la jornada

Mejorar o empeorar

Ramon Besa

De los equipos que han comenzado mal la temporada, hay dos que lo han hecho peor que cualquiera, que son el Zaragoza y el Barça, desubicados en la Liga y perdidos en las competiciones europeas, tanto que el aragonés ya ha sido eliminado y el catalán está en una situación comprometida para alcanzar la segunda fase de la Liga de Campeones. Por encima de otras consideraciones, uno y otro equipo han cambiado de entrenador, por lo que se supone que han extrañado más los cambios que quienes gobiernan el campeonato recién iniciado.La fiabilidad del Deportivo, Valencia, Celta, Rayo, Madrid y Alavés, los seis primeros clasificados de la Liga, se explica en parte por la continuidad de sus entrenadores así como por la normalidad con la que se han reforzado sus plantillas. Irureta ha mejorado el equipo con futbolistas como Molina, Emerson, Sampaio, Diego Tristán o Pandiani. Cúper ha paliado los traspasos de Gerard, Farinós o Piojo López con jugadores del calado de Deschamps, Baraja o Diego Alonso; el Celta ha mejorado su relación con el gol con Catanha; el Rayo y el Alavés mantienen su espinazo con independencia de las nuevas extremidades, mejoradas con gente como Mauro, Jordi Cruyff o Javi Moreno; y el Madrid ha encontrado nuevos recursos como Figo, pese a que mantiene defidencias en las dos áreas.

El Zaragoza, por contra, se ha descapitalizado, no sólo por la política de austeridad que traza el consejo de administración sino porque las nuevas incorporaciones son difícilmente equiparables a los traspasos. Y algo parecido le ocurre al Barça. Ninguno de los fichajes ha compensado todavía el peso de los que han abandonado el equipo o están de baja. Petit, Gerard, Iván de la Peña o Alfonso no son titulares; Overmars fue suplente en el partido decisivo contra el Milan; y Dutruel, que parecía el más vulnerable, es el mejor a cada partido. Por lo sucedido, ya sea por culpa de unas elecciones precipitadas o por la política de consenso practicada por el presidente Joan Gaspart, diríase que el plantel del Barça ha empeorado en lugar de enriquecerse, de manera que, a la espera de recuperar efectivos, el marcador expresa hoy que el Barcelona tiene peor equipo que ayer. Los malos resultados le han llevado justamente al mismo punto que el Zaragoza, que no es otro que el de cuestionar al entrenador.

La vulnerabilidad del técnico es explicable en la Romareda, pero no debería serlo tanto en el Camp Nou, por cuanto habla mal de la organización de la entidad. El Barcelona es más prisionero de la necesidad de ganar que de una manera de entender el juego. El equipo aparece confundido, reflejo, al fin y al cabo, de la política de la junta, que no transmite precisamente determinación, confianza y seguridad sino que ofrece una declaración de buenas intenciones. La inercia del consenso y el pacto debería dar paso a la exigencia de responsabilidades. Tras la paz social, se impone gobernar o, en caso contrario, se impodrá la desorientación. Hoy, el club trasmite bondad, así que el equipo difícilmente tendrá malicia.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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