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Za(Pla)na

Para que haya confrontación política es necesario primero un espacio compartido. El debate de política general, celebrado estos días en las Cortes Valencianas, demuestra que, de momento; Pla sólo puede hablar desde los pasillos del hemiciclo (un paréntesis) como jefe de la oposición a Zaplana. En las obras de teatro suele encerrarse entre paréntesis lo que los interlocutores dicen aparte. Y lo que ha quedado de ese debate ha sido el diálogo Zaplana / Puig, o mejor dicho, sus respectivos monólogos. No puede ser de otra manera, en la medida en que el renovado secretario general de los socialistas valencianos no llegue a ostentar la condición de portavoz de su grupo parlamentario. Así las cosas el escenario de las Cortes Valencianas, no parece que vaya a ser (al menos durante los próximos tres años) el espacio político en el que la oposición centre su labor, a menos que las primarias socialistas convirtieran a Puig en candidato a la presidencia. Algo que en principio no es demasiado probable porque complicaría, de nuevo, los problemas de liderazgo del PSPV-PSOE y significaría la consumación del suicidio colectivo al que parecía abocado en los últimos tiempos.A pocos días de su reelección como secretario general, Pla parece haber conseguido no pocas cosas. La primera y más importante, reducir considerablemente la conspiración interna que le apeó de su legítima victoria en el congreso anterior. La segunda, ampliar el apoyo de la organización valenciana a su ejecutiva. Y por último, sumar el apoyo de la nueva dirección federal del PSOE. Son logros mínimos (por su carácter interno), pero imprescindibles para un partido que pretenda postularse como alternativa de Gobierno.

Sin embargo, es tal el estado de postración del PSPV-PSOE, que aún faltan muchas condiciones para que esa alternativa se haga verosímil en términos electorales. De todas ellas, es básica la consolidación y ampliación de ese liderazgo. La inercia juega a favor del poder y el tiempo corre contra la oposición. De ahí la urgencia para el PSOE valenciano de reducir al mínimo el período de elección de su candidato a la presidencia de la Generalitat y así disponer de un cierto margen para poder articular, en torno a su figura, esa alternativa.

Paralelamente Ignasi Pla y la ejecutiva del PSPV-PSOE se enfrentan a una tarea no menos necesaria, la reconstrucción comarcal y municipal de su partido. Algo enormemente complicado porque implica apartar a los señores de la guerra, que confundieron la batalla política con las luchas intestinas por hacerse con los restos del poder y sobre cuya influencia aún descansa en parte el juego de equilibrios que sostiene a la propia ejecutiva. Sólo a partir de esa renovación municipal podrán articular nuevas propuestas que sean secundadas por la ciudadanía. Elección tras elección, la historia demuestra que antes de llegar al Gobierno central o a los autonómicos, las alternativas políticas han de haber triunfado primero en el ámbito municipal. Así fue para los republicanos en el 31, para el PSOE en el 82 y para el PP en el 96.

De momento, Ignasi Pla (y con él la izquierda política) está todavía condenado al paréntesis. Del PSPV-PSOE depende que sea capaz de romper el signo que limita su discurso para dotarle de autonomía frente a Za(Pla)na y que llegue a los ciudadanos.

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