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Reportaje:FUTUROASTRONOMÍA Sistema solar

El asteroide Eros resulta ser un trozo original del sistema solar

Los primeros meses del estudio de Eros por la nave Near, que está en su órbita desde el pasado 14 de febrero, han permitido conocer de cerca por primera vez un asteroide. Eros, que ahora está a 180 millones de kilómetros de la Tierra, ha resultado ser un fragmento rocoso de los primeros tiempos del sistema solar, testigo por tanto del nacimiento de la Tierra y de los otros planetas. Es muy parecido, aunque más grande, a los meteoritos llamados condritas, que se encuentran en la Tierra como consecuencia de su bombardeo por asteroides. Eros, sin embargo, no ha desvelado todavía todos sus secretos.

Eros, que se parece a un cacahuete de 34 kilómetros de longitud, no es un aglomerado de piedras y polvo sino una roca sólida, aunque posiblemente fracturada en su interior. Los científicos que lo han estudiado no han encontrado señales de que se haya fundido nunca en toda su historia de posiblemente 4.500 millones de años. Según Andrew F. Cheng, científico de la misión Near, de la NASA, que Eros sea sólido es una gran sorpresa. Cheng y sus colegas han publicado los primeros resultados de la misión Near en el último número de la revista Science.Eros es uno de los centenares de miles de asteroides del cinturón existente entre Marte y Júpiter, cuya órbita llega a cruzar la de Marte y se acerca a la de la Tierra. Su composición y otros datos indican que se formó cuando nació el sistema solar, consolidándose a partir del polvo presente en la nube de polvo y gas de la que se formaron los planetas. Nunca formó parte de un planeta ni fue lo suficientemente grande como para fundirse por radiactividad en su interior. Sin embargo, sí puede ser un fragmento de un asteroide mayor, ya que su densidad (2.700 kilogramos por metro cúbico) ha resultado ser uniforme y parecida a la densidad de la corteza terrestre.

La corteza de Eros está llena de accidentes, algunos extraños, como la curvatura en forma de silla de montar en su zona central. Unas zonas tienen cráteres bastante grandes (el mayor mide 5,5 kilómetros) y otras no presentan casi cráteres. Algunas de las rocas eyectadas como consecuencia de las colisiones que formaron los cráteres están todavía en la superficie del asteroide, a pesar de su débil gravedad, fenómeno que no terminan de entender los científicos, ya que algunas miden hasta 100 metros.

Están a punto de cumplirse dos siglos del descubrimiento del primer asteroide. Al comienzo del siglo XIX, el barón húngaro Franz von Zach organizó la búsqueda del planeta que supuestamente faltaba entre Marte y Júpiter, recuerda el astrónomo Richard P. Binzel en Science. El 1 de enero de 1801, el monje Giuseppe Piazzi, de Palermo, estaba revisando un catálogo de estrellas y vio algo "mejor que un cometa". Otros astrónomos calcularon la órbita del objeto, que llamaron Ceres, y encontraron que respondía al supuesto planeta buscado. El hallazgo de otros objetos similares en los años siguientes hizo que se desvaneciese el sueño de encontrar el planeta: estaba en pedazos, que se llamaron asteroides, porque se veían en el cielo como estrellas.

Ahora, la nave Near ha dado otra visión de ellos. Actualmente, se mantiene en órbita de Eros en un delicado equilibrio debido a la débil gravedad (la aceleración varía entre 2,3 y 5,5 milímetros por segundo al cuadrado), miles de veces menor que la existente en la Tierra, y da vueltas al asteroide a 100 kilómetros de altura. Dentro de unos días (el 25 de octubre) se acercará a sólo seis kilómetros de la superficie. La misión terminará en febrero de 2001, cuando la nave descienda de forma controlada sobre la superficie del asteroide.

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