El Milan se traga al Barça
Los italianos, con goles de Bierhoff y Coco, vencen en el Camp Nou ante la impotencia azulgrana
Puestos a jugar en serio, el Milan fue el único equipo de verdad que anoche hubo en el Camp Nou. Demasiado rival para el Barça, más limitado que nunca, encogido por la altura del contrario, sobrepasado por la liturgia del encuentro, muy trascendente para los azulgrana por su mala cabeza en Estambul. Pintan bastos para el Barça cuyo futuro europeo queda a expensas ahora de un mano a mano con el Leeds en Elland Road salvo resultados que no entran en las cábalas tal y como esta el patio. El Milan salió del estadio tal y como entró, con la camiseta más blanca que nunca y un marcador de impacto en Europa.Pese a la coreografía azulgrana, el dominio escénico del partido correspondió al Milan, un equipo que, diga lo que diga el calcio, intimida por igual vestido de paisano que con la zamarra ya puesta, sobre todo frente a equipos que acaban de nacer como es el Barça, post-Van Gaal. El peso del equipo italiano fue tal que el Barcelona cedió desde la alineación. Jugaron los azulgrana más tapados que nunca, renunciando a un extremo (Overmars) para ganar un cuarto zaguero y poder disponer de marcas individuales sobre Shevchenko (Reiziger) y Bierhoff (Abelardo) mientras Sergi se desplegaba como carrilero por el flanco izquierdo.
BARCELONA 0 MILAN 2
Barça: Dutruel; Reiziger, Frank de Boer, Abelardo (Dani, m.80); Gerard (Overmars, m.62), Cocu; Simao, Iván de la Peña (Luis Enrique, m.45), Sergi; Kluivert y Rivaldo. Milan: Dida; Chamot, Costacurta, Maldini; Gattuso (Guly, m.90), Giunti, Albertini, Ambrosini (Helveg, m.84), Coco; Shevchenko y Bierhoff (Comandini, m.76). Goles: 0-1, m.44. Giunti saca una falta desde la izquierda y, Coco, libre de marcaje, cabecea a la red. 0-2, m.70. Coco centra desde la derecha y Bierhoff supera el marcaje de Abelardo y cabecea a la red. Árbitro: Hellmut Krug (Alemania). Amonestó a Dutruel, Chamot, Albertini y Gatusso. 3ª jornada de la Liga de Campeones. Unos 90.000 espectadores en el Camp Nou.
Al Milan le gustó la propuesta.Puestos a ponerse el abrigo, a matar el partido en la divisoria, resultaba más cómodo defender frente a un jugador de banda que ante dos. El campo se achicaba y los falsos volantes podrían ayudar más a aguantar la pelota que a robarla. El juego posicional de los italianos fue insalvable para el Barcelona, cuya actividad ofensiva quedó muy disminuida. Temerosos, se desplegaron siempre cogidos de la mano, con la pelota viajando de pie a pie, sin posibilidad de generar espacios. Imposible la verticalidad. Descartado profundizar. Había que tener paciencia, mucha cabeza y, sobre todo, no perdonar cuando Dida se pusiera a tiro.
Pero al Barça le pudo el pánico o le falló la puntería, presa de la ansiedad, conocedor de la importancia de cada remate, escasos como serían. El Milan obliga a jugar con una tensión que carcome al contrario. La productividad azulgrana fue muy escasa en el primer trampo: a Rivaldo se le escapó un primer remate y Kluivert no acertó a ligar un centro de Simão. Al Milan le bastó una jugada de estrategia ya muy vista por practicada en cada partido para batir a Dutruel: cuelgan los medios y Coco entra al remate. El gol ratificó el miedo a perder desde el inicio. De nada le había servido al Barcelona recogerse en lugar de desplegarse.
La solidez del Milan exigía nuevas afrentas por parte del Barça, así que el entrenador prescindió de Lo Pelat y rescató a Luis Enrique, ausente desde hacía medio año, en un intento de disparar al equipo. Perdió el Barça intencionalidad y línea de pase y ganó recorrido, un paisaje que agradeció el Milan, dispuesto a intercambiar golpes y a explotar la velocidad de Schevchenko. El partido fue una tortura psicológica para el Barcelona.
Difícil como era ganarse una posición de remate, erró en las tres ocasiones que tuvo: Kluivert chutó mal y Dida desvió uno de Luis Enrique y atrapó un tercero de Sergi. Tampoco atinaron Bierhoff y Schevchenko, quizá porque eran conscientes de que el gol no era imprescindible tal y como estaba el marcador, de manera que la comodidad les traicionó. Perdió racionalidad el Barça, cada vez más atrapado, entregado a su desdicha, reflejada en un segundo tanto del Milan, marcado por en Bierhoff en otro cabezazo, como mandan los cánones de las jugadas de estrategia y el juego aéreo.
Al Barcelona el partido se le hizo demasiado cuesta arriba desde la arrancada y claudicó mansamente, sin un signo de rebeldía, como si asumiera su inferioridad y la fatalidad de la noche. Para el equipo azulgrana, el partido fue un martirio en toda regla y el resultado expresó cuanto acontenció. El Milan chafó un nuevo renacimiento continental azulgrana en el mismo Camp Nou, donde se consagró precisamente el Milan de Sacchi.
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