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FÚTBOL Sydney 2000

España sueña con otro balón de oro

El equipo de Sáez disputará la final a Camerún tras mostrarse netamente superior a Estados Unidos

Con un José Mari fabuloso, España rebuscó en su mayor cultura futbolística para plantarse en la segunda final olímpica de su historia. Así, marcó las enormes distancias que todavía separan su fútbol del bisoño estadounidense, con mucho físico y poca cabeza. El equipo de Iñaki Sáez actuó con la inteligencia de costumbre. Jugó bien cuando debía, especuló cuando le interesaba y remató en el momento justo. Por el camino ha dejado a rivales de todos los colores y estilos: Corea, Marruecos, Italia y Estados Unidos. Con una neta superioridad en todos los casos. Su fútbol vale igual para un roto que para un descosido. Es práctico y sencillo. Elaborado en ocasiones y directo en otras.Del oro sólo separa ya Camerún, una selección potente e imprevisible. Será en la madrugada del sábado (3.00, hora española), ante 110.000 personas. Pero, pase lo que pase, la trayectoria del conjunto nacional en los dos últimos años ha sido imponente. En este lapso sólo ha perdido un partido, el primero de estos Juegos, ante Chile. Pero hasta perder ha sabido el combinado que se sacó Sáez de la manga en el pasado Campeonato de Europa sub 21, en Eslovaquia, haciendo oídos sordos a quienes le aconsejaban reforzarlo con futbolistas de renombre. No hizo falta. Aquí también los hay grandes y con un profundo sentido colectivo.

ESPAÑA 3 EE UU 1

España: Aranzubia; Lacruz, Amaya, Marchena, Puyol; Velamazán (Ferrón, m. 74), Albelda, Angulo (Gabri, m. 74); Xavi; Tamudo y José Mari (Unai, m. 86).Estados Unidos: Friedel; Hejduk, McCarthy, Califf, Agoos; Corrales (Donovan, m. 38), O'Brien, Vagenas; Albright (Victorine, m. 38); Wolf y Cassey. Goles: 1-0. M. 15. José Mari se escapa por la derecha y su centro enroscado lo remacha en el segundo palo Tamudo. 2-0. M. 24. Amaya envía largo a José Mari, que para con el pecho y da un pase interior a Angulo, quien mete la puntera. 2-1. M. 41. Vagenas, de penalti. 3-1. M. 86. Tamudo se escabulle por la izquierda, dispara y el rechace de Friedel lo remata José Mari. Árbitro: Mourad Daami (Túnez). Amonestó a Albright, Marchena, McCarthy, Amaya, Califf y Ferrón. Unos 40.000 espectadores en el estadio de fútbol de Sydney. El príncipe Felipe fue una de ellos.

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Una generación acostumbrada al éxito

José Mari, por ejemplo. Ayer estuvo pletórico: un gol y dos pases de gol. Cada vez que recibía el balón se iba con una facilidad más propia de un partido de infantiles, que era lo que parecieron a su lado los centrales norteamericanos. El delantero del Milán ha crecido en su dolorosa estancia italiana. Dolorosa, porque siente mucha nostalgia de España. Quizá por eso sea tan feliz en esta selección, en la que comparte delantera con su amigo Tamudo. Ha marcado tres goles en cuatro encuentros -no actuó ante Chile-. Aunque ayer, en Sydney, no estuvo solo. Notable resultó el partido de los dos defensas laterales, Puyol y Lacruz, así como el trabajo a destajo de Albelda, que se ha convertido en el acompañante perfecto de Xavi. Uno corta, el otro crea.

España tuvo media hora espléndida en la que a los norteamericanos sólo les tocaba aplaudir. Bajo la dirección de Xavi, la pelota silbaba en el humedecido césped australiano. O'Brien, el pelirrojo del Ajax, que había frenado a Nakata, nunca pudo con Xavi. Es muy difícil neutralizar al centrocampista del Barcelona. Toca y se va. Piensa antes de recibir. Resuelve antes de tocar.

Después de la exhibición ante la poderosa Italia, España se sintió tan superior por momentos a Estados Unidos, tan a gusto, que tendió a recrearse. Y eso resultó peligroso. Sobre todo, porque no remachó sus numerosas oportunidades. Y el rival se encontró con un penalti a finales del primer tiempo que lo metió en la refriega. Fue además una falta tonta de Angulo a Hejduk. Eso hizo que España se complicara la vida y pasara más apuros de los que dictaba su hegemonía.

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