El triunfo de un equipo sin publicidad
El equipo de Sáez, que no era favorito, se mete en la final y confirma que el fútbol español prefiere ir de tapado
La selección olímpica dio cuenta ayer de la naturaleza imprevisible del fútbol español. La decepción de la última Eurocopa generó una crisis de confianza en nuestro fútbol, relegado por naturaleza a una posición de segundo orden. En medio de este clima insatisfactorio, las previsiones sobre el equipo olímpico eran sombrías. Se trataba de un equipo muy joven, menos competitivo de lo esperado, supuesta víctima del desencanto provocado por la Eurocopa. Acudió a Australia con todos los pronósticos en contra y con un escasísimo interés por parte de la prensa. El tipo de situación, en fin, que siempre ha favorecido al fútbol español, que funciona de maravilla cuando ejerce de tapado. Está en la historia y no hay manera de cambiarlo.Este equipo sin publicidad se ha clasificado para la final. Ayer venció a Estados Unidos sin demasiada historia. Camerún será el adversario por el título. De nuevo, España sale como víctima. Camerún se encuentra en un estado emergente. Ganó la Copa de África y ha caminado firme en Sydney, con jugadores de gran presencia.
Como corresponde al carácter ciclotímico del fútbol español, se ha pasado de la depresión al entusiasmo. En realidad, había datos que obligaban a pensar con un cierto optimismo. De la misma manera que la selección absoluta no acaba de alcanzar el puesto que merece el prestigio del fútbol español, los equipos más jóvenes han protagonizado éxitos de gran calibre. En la última década, España ha sido campeona mundial o europea en sub 21, sub 20, sub 18 y sub 16. Y hace ocho años conquistó el título olímpico en Barcelona. Ningún otro país dispone de un palmarés comparable. El equipo de Sydney prosigue en esa línea, ajeno al derrotismo que se había decretado antes de comenzar los Juegos.
El protagonismo del fútbol llegó en una jornada en la que España se aseguró otra medalla (de Rafa Lozano, en boxeo) y saboreó un triunfo agónico, el de la selección de balonmano ante Alemania. No hubo atletismo, pero sí una noticia que ha levantado una polvareda. El positivo por dopaje de C. J. Hunter, marido de Marion Jones, un torpedo en la línea de flotación del deporte norteamericano, cuyos dirigentes habían comenzado una cruzada contra la política del COI en la lucha contra las sustancias prohibidas en el deporte. EE UU acusó al COI de dejadez, y a veces hasta de una pereza premeditada, en este asunto. El contraataque del COI ha sido fulminante. Con el positivo de Hunter por consumo de anabolizantes, varios dirigentes del COI han acusado a EE UU de tapar varios dopajes. La acusación lleva implícita una prueba de carga contra el COI: si sabía que EE UU ocultaba casos de dopaje, no debería haber permitido semejante fraude. Pero también es cierto que la postura de EE UU alcanza niveles intolerables de hipocresía. No puede seguir cuestionando la limpieza de los demás sin limpiar su casa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.