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IX CONGRESO DEL PSPV-PSOE

La renuncia más aplaudida

El pleno acogió con calor el discurso en el que Baixauli anunció la retirada de su candidatura

La calurosa ovación que recibió Francesc Baixauli, aspirante a la secretaría general del PSPV, cuando anunció en su discurso ante el pleno del congreso que había decidido retirar su candidatura, es la prueba más evidente del cainismo que impera en el partido. La intervención de Baixauli fue la más aplaudida, no tanto por su contenido, nada desdeñable, sino porque el candidato optó por el suicidio de su opción.Los cinco aspirantes intervinieron ante el pleno ayer por la mañana y recogieron los puntos esenciales de las propuestas que han ido desgranando durante las últimas semanas. Todos destacaron la importancia del debate y el sustrato de unidad que garantiza la organización socialista a pesar de los puntos de vista divergentes sobre cuestiones concretas. Y dejaron constancia de un estilo personal.

José Luis Ábalos abrió la ronda de intervenciones. Henchido de la responsabilidad que entrañaba su supuesta posición de favorito, Ábalos siguió el guión con tono monocorde. Sólo logró sostener la atención porque la mayoría de delegados creía estar escuchando al futuro secretario general. "He venido a correr el riesgo de vuestra libertad", explicó Ábalos. Pero su estilo no dejaba entrever ninguna duda y traslucía muy poca pasión. El secretario comarcal de Valencia dedicó el grueso de su discurso a una reflexión de orden orgánico. Invitó a los delegados a recuperar la confianza como única garantía de la cohesión del partido. Pero no supo trasladar una vocación de combate a la derecha.

Baixauli habló en segundo lugar. Lamentó que Amador García no llegara a sumar los avales necesarios para ofrecer sus propuestas debido a las "presiones" recibidas por muchos delegados y clamó una posible solución: "¡Primarias!" La receta de Baixauli para recuperar la Generalitat pasa por "ganar la calle" y trabajar "desde la base". Todo su discurso estuvo impregnado de utopía, pasión y algún comentario jocoso. Baixauli había elaborado una estrategia que sólo desveló al final de su intervención, pero que empezó a atisbarse cuando lanzó una carga de profundidad contra Ábalos, concejal en Valencia: "No podemos estar a 26 puntos de la derecha en las grandes ciudades". También reivindicó un esfuerzo para que la federación valenciana gane peso en el conjunto del Estado a través de una propuesta para la próxima conferencia política del PSOE. Y ofreció una receta: "Tenemos que recuperar espacios de libertad en el partido. La libertad no se vende por kilos, se gana trabajando".

Luego descargó la artillería contra el PP: "Eduardo Zaplana es el capitán Garfio que roba a los pobres para dárselo a los ricos", dijo, "hemos pasado del monocultivo de la naranja al monocultivo del turismo especulativo". El discurso estuvo plagado de golpes de efecto, pero el más poderoso fue la traca final. Baixauli, consciente de que no tenía posibilidad de ganar, traicionó su propio discurso y retiró su opción a favor de Joan Ignasi Pla sin mencionarlo. El aplauso fue rabioso.

Pla subió a escena con el ambiente caldeado y dirigió sus palabras con mucha intención. Introdujo veladas alusiones al último congreso ordinario que ganó Joan Romero e instó a los delegados a levantar la organización.

Josep Bresó leyó el discurso más elaborado y con mayor calado político. Conciliador, Bresó celebró los buenos modos entre candidatos en los previos del congreso y renunció a las luchas entre sectores a favor de "una resultante" única. La frialdad de su exposición sembró las sospechas sobre la autoría del texto. "Que se valore el mensaje por lo que dice, no por quién lo dice", subrayó. Pero nadie supo apuntarle cómo debía escenificarlo y su intervención resultó plana en exceso.

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Andrés Perelló levantó los ánimos en la última intervención con un estilo franco, directo e irreverente. Su facilidad para la oratoria le permitió trufar varias bromas entre sus propuestas políticas. Tocó la fibra sensible de muchos delegados cuando reivindicó el papel de los militantes, aquellos que fueron los primeros en "bajar la mirada" cuando se extendieron las acusaciones de corrupción hacia los dirigentes políticos; y reclamó la necesidad de hablar con absoluta libertad en el seno de la organización: "La democracia es el oxígeno que permite sobrevivir a la izquierda". Frente al "efecto secundario" que constituye la democracia para la derecha.

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