Finaliza la investigación del 'caso Rubio' sin haberse precisado el móvil del asesinato
La investigación del crimen de Begoña Rubio, el asesinato a puñaladas de una joven abogada de 28 años que conmocionó a Vitoria en mayo de 1999, ha concluido después de cerca de 16 meses de instrucción con un autor confeso, pero sin haber hallado un móvil convincente. Al acusado, Koldo Larrañaga, que será juzgado el próximo 14 de noviembre por el asesinato de un empresario de máquinas tragaperras, no se le ha podido implicar en otros dos crímenes ocurridos en la capital alavesa, pese a que así se anunció tras su detención.
Varias hipótesis
Juan Luis Larrañaga, un azkoitiarra de 39 años vecino de Vitoria, sólo se sentará en el banquillo de la Audiencia Provincial por los dos casos en los que reconoció su autoría. Las investigaciones policiales que intentaban vincularlo a los otros dos crímenes que sobresaltaron la capital alavesa se han estancado. Se trata del asesinato de la profesora de inglés Esther Areitio, cuyos restos descuartizados se hallaron en dos bolsas de basura, y el del anciano comerciante Acacio Presa, ocurridos respectivamente en mayo y junio de 1998.El propio fiscal jefe, Alfonso Aya, asumió hace unos meses que no se ha podido demostrar ni la existencia de más implicados ni la vinculación de Larrañaga con los otros dos asesinatos. Alfonso Aya subrayó que tampoco la investigación sobre las muertes de Begoña Rubio y el empresario de máquinas tragaperras Agustín Ruiz ha sido sencilla, pero la autoinculpación inicial de Larrañaga y las pruebas que se han encontrado "han facilitado las cosas".
El señalamiento del juicio por el caso Rubio se encuentra a la espera de que las partes personadas -cuatro acusaciones que representan a la familia de la letrada, al Colegio de Abogados de Álava, a la asociación Clara Campoamor a la que pertenecía la letrada y la Fiscalía, así como la defensa- formulen sus escritos de calificación previa. Sólo un recurso por denegación de pruebas puede retrasar en alguna medida la tramitación del caso hacia la Audiencia.
Rubio fue asesinada en su despacho profesional con varias puñaladas en distintas partes del cuerpo y una, mortal, en el cuello. Las pruebas han servido para reforzar una autoría que por otro lado parece no haber sido cuestionada por el propio detenido. La aparición de un palillo con sangre de la letrada y saliva del imputado y la existencia de restos capilares en el cuerpo de la víctima, cierran el cerco sobre Koldo Larrañaga, que nunca se ha retractado de su inicial autoinculpación ante la policía.
Una de las líneas de investigación de las acusaciones manejaba la hipótesis de que la muerte de la abogada se hubiera realizado bajo el sistema de precio o recompensa, es decir, un asesinato por encargo. Nada de ello se ha podido demostrar, y el único móvil oficial es el robo de una pequeña cantidad de dinero del despacho de la víctima.Además, la personalidad de Larrañaga se ha revelado como muy singular tras el estudio de los peritos psiquiatras. El estudio desveló que se trata de una persona que no padece ninguna enfermedad psíquica, y que cuenta con un coeficiente intelectual privilegiado, situado en torno al 130. Este perfil se aleja del de un psicópata o un enfermo desequilibrado, imagen que ha esgrimido la defensa en la fase de instrucción. En los próximos días las partes deberán elaborar sus escritos de calificación y tras el paso de la causa a la Audiencia provincial, se iniciará un proceso por el sistema de jurado, como el que ayer comenzó en el caso de Agustín Ruiz.
Quince mujeres y 21 hombres componen la primera preselección de jurados para una vista oral que se desarrollará el 14 de noviembre. El ministerio fiscal y la familia del empresario de máquinas tragaperras asesinado en su lonja el 13 de agosto de 1998, coinciden en calificar los hechos como asesinato, al que hay que sumar dos delitos de robo por los que demandan un total de 35 años de prisión, así como una indemnización de 24 millones de pesetas para los dos hijos de la víctima.
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