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SYDNEY 2000

La halterofilia, víctima del dopaje

La expulsión del equipo búlgaro por los positivos de la campeona Dragneva y de Angelov asesta otro golpe a un deporte lastrado por la sospecha

"Me parece una aberración total porque en la mujer deja efectos para toda su vida, irreversibles". Así calificó el dopaje en las mujeres levantadoras de peso la doctora Dolores Rubio, de la Federación Española, que ayer era uno de los médicos de la Federación Internacional en la última jornada femenina de la halterofilia. Fue otro día negro al conocerse la expulsión de Bulgaria tras dar positivo otros dos levantadores, una de ellos la ganadora en la categoría de los 48 kilos, Izabela Dragneva. Si ya son una trampa en cualquier situación, las drogas son mucho más graves para la salud en el caso de las mujeres.La Federación Internacional, que sí aceptó los casi 10 millones de pesetas de Rumania para que siguiera compitiendo tras haber dado positivo tres de sus levantadores en los controles antes de las competiciones, dijo ayer, en un alarde de cinismo por boca de su controvertido secretario general, Tamas Ajan, que Bulgaria no había querido pagar, pero que tampoco se lo habrían aceptado: "Son los Juegos Olímpicos. Es diferente". A los rumanos no los pillaron en esta competición ni les han quitado las medallas como a los búlgaros, pero estaban dentro de la casa olímpica también.

Dos nuevos levantadores búlgaros se quedaron sin medallas al conocerse los controles del día 17, el segundo de los Juegos. El número ha subido, de uno a dos, pero la novedad es que, además de Minchev Angelov, bronce en los 62 kilos, pasó a la lista negra por primera vez una mujer, Dragneva. Lo mismo que a su compañero Ivanov, que había sido plata en los 56, se le detectó en la orina trazas de furomesida, el diurético que enmascara los anabolizantes. Muy posiblemente habrían dado positivo también los que ganaron el oro y la plata en los 69 kilos el día 20, Galabin Boevski y Georgi Markov. De momento, Dragneva tendrá que dar su medalla de oro a la estadounidense Tara Nott, con la plata y el bronce ahora para dos indonesias, y Angelov la suya de bronce al bielorruso Oleschuk.

Lo asombroso es que la búlgara dijo tras ganar su medalla el pasado domingo: "No me lo creo. Jamás habría pensado que iba a tener una oportunidad de ganar y de ser la primera medalla de la halterofilia femenina. Es magnífico, estoy orgullosa de ser una mujer".

Ayer, poco antes de comenzar la última categoría femenina, la de mayor peso, +75 kilos, la doctora Rubio parecía nerviosa, como avergonzada por el escándalo sin fin que asola su deporte o lo que se ha convertido más bien en una reunión de dopados. "Aún no me he enterado bien", comentó sobre la descalificación de los búlgaros -no conocía la expulsión- antes de ser presentados los jueces para la competición. Más tarde, dijo: "Veo que, por lo menos, los controles sirven para algo, que se pilla a la gente y que no debe pagar el pato la que compite y va limpia".

Y recalcó la gravedad que supone el dopaje, especialmente en la mujer. "En el hombre no es irreversible porque no hay afectaciones de determinadas características al tener ya los rasgos masculinos, pero en la mujer sí. Cambian para siempre y ya no se recuperan".

La doctora Rubio hace hincapié en la cuestión social y califica de "barbaridad" el esfuerzo del triatlón. La halterofilia no es sólo fuerza, sino mucha técnica. No ve más contraindicación que en otros deportes de élite y señala que no hay muchas lesiones graves. "Ha habido levantadoras que han sido madres y sin ningún problema". Otra cuestión es las que se dopan.

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