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NATACIÓN Sydney 2000

Lento en el agua, veloz en los negocios

"Me siento realmente rápido", dice el nadador Moussambani tras probarse el bañador que le ha regalado la firma Speedo

El nuevo héroe de la natación, el guineano Eric Moussambani, se paseaba ayer tan fresco como una lechuga por las gradas de la piscina del Acuatic Center de Sydney. Con unas gafas de sol negras en la frente y una toalla blanca sobre los hombros, parecía más un boxeador. Menos de 24 horas antes, había sido jaleado como un campeón tras completar tortuosamente dos largos de la piscina olímpica batiendo un récord de lentitud. Agitándose como un pez moribundo, el nadador centroafricano, de 22 años, luchó denodadamente durante una de las series de los 100 libre para marcar un registro de 1m.52,72 segundos. La grada le premió con una estruendosa ovación. Y los patrocinadores empezaron a llamar a su puerta.Ayer, Moussambani cambió su deshilachado y holgado bañador por un brillante buzo azul de mangas completas. Uno de esos bañadores de cuerpo entero que se han convertido en los favoritos de las mayores figuras de la natación. El traje, un modelo bautizado como piel de tiburón, se lo había facilitado una de las más poderosas marcas deportivas en el mundo de la natación: Speedo, la más rápida en aprovechar un filón que parece caído del cielo.

Después de embutirse en su nuevo y ajustado traje de baño, con la ayuda de dos directivos de su nuevo patrocinador, Moussambani se hizo ayer unos largos en una de las piscinas públicas de Sydney, entre los gritos de ánimo de decenas de escolares y oficinistas. "Me siento realmente rápido", soltó nada más salir del agua, esbozando esa deslumbrante sonrisa que no le ha abandonado desde que el martes acabó exhausto su participación en los Juegos. Toda una pirueta publicitaria apenas disfrazada como maniobra filantrópica y el mejor ejemplo de cómo es el joven y modesto nadador africano y el lugar que ocupa en unos Juegos plagados de encorsetadas superestrellas con multimillonarios ingresos.

Moussambani, el mayor de cinco hermanos, llegó a Sydney gracias a una de esas invitaciones con las que el Comité Olímpico Internacional (COI) intenta que los Juegos mantengan su carácter universal. No hacía ni un año que el nuevo rostro de Speedo había aprendido a nadar en un río infestado de cocodrilos de su Guinea natal, aunque últimamente se entrenaba en una piscina de 20 metros de un hotel de la capital, Malabo. Hasta el martes, Moussambani no había visto una piscina de 50 metros.

Tanta novedad no deja satisfecho a la otra estrella de estos Juegos, que está dispuesto a repetir experiencia en Atenas 2004. "La gente se puede reír, pero nadie nace sabiendo. ¿Cómo nadaba Mark Spitz [ganador de siete medallas de oro en Múnich 72] a los nueve meses de aprender?", se preguntaba ayer este licenciado en ciencias que asegura amar la natación y que recientemente ganó la primera carrera de este deporte que se celebró en Guinea.

Pese a su juventud y su inexperiencia, a Moussambani no le falta desparpajo. "Si tuviera un patrocinador, podría seguir entrenándome, mejorar y conventirme en un gran nadador". Speedo, con toda su astucia publicitaria, bien le podría prestar alguna ayuda. Su presidente, Joe Fields, se reunirá hoy con él. "¿Tiene opciones?", le preguntó ayer la prensa sobre su flamante fichaje. "Honestamente, no lo sé", admitió Fields. "Es demasiado pronto para decirlo". Pero Moussambani, abanderado de Guinea en la ceremonia inaugural de estos Juegos, no se arredra y, en un lección de espíritu olímpico, afirma que "las medallas de oro no lo son todo en los Juegos".

Está en lo cierto. Él, sin lograrla, ya ha pasado a la historia del deporte. Una compatriota puede seguir sus pasos rápidamente. Paula Barila tomará parte la madrugada del viernes en las series de 50 libre, y por Sydney se rumorea que es todavía más lenta.

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