El flamenco y música de Marruecos
En la crítica del concierto de Enrique Morente y la Orquesta Chekkara de Tetuán, al que no tuve la fortuna de asistir, Ángel Álvarez Caballero menciona acertadamente en EL PAÍS del 5 de septiembre la falta de relación entre el flamenco y la música de Marruecos, que me permito ampliar en este comentario. Efectivamente, una combinación armónica de ambos estilos es prácticamente imposible, ya que desde la proposición de Al Farabi, en el siglo XIII, de dividir la octava en 24 tercios de tono, la música árabe, y, por tanto, también la marroquí, utiliza estos intervalos en instrumentos no temperados como es el laúd. A esto se añade la riqueza modal que los árabes se llevaron de vuelta al norte de África, desdeñada por los menos cultos cristianos de la Reconquista. Frente al corsé que más tarde se impuso a Occidente con la escala temperada diatónica y sus modos mayor y menor, los árabes han seguido utilizando hasta 41 escalas diferentes, coincidiendo sólo con el flamenco en los modos llamados kurd (escala frigia o cadencia andaluza) e higaz (escala cíngara).
No es de extrañar entonces que el crítico calificase la intervención solista de los músicos de Tetuán como "monocorde" o "melopea", ya que el concepto musical básico árabe del maquam otorga al músico la libertad de organizar a voluntad la pieza a interpretar, que puede dar al oyente occidental la impresión de escuchar una música improvisada y carente de forma. Al revés funciona mejor. Así, parece que Morente interpretó unos temas flamencos con el acompañamiento de los músicos magrebíes y en alternancia con el cantante Jallal Chekkara, temas que seguramente entraban dentro de los sistemas armónicos comunes mencionados arriba. La discusión sobre la posible presencia simultánea de laúdes y guitarras en el mismo conjunto va más allá del alcance de este comentario.
Entonces, ¿dónde se pueden encontrar otros lazos de unión entre el flamenco y la música árabe? Seguramente en el ámbito de la interpretación, como correctamente indica la crítica del concierto en el último párrafo. Tanto en el canto árabe como en el flamenco se da preferencia al estilo personal del cantante, con la introducción de recursos personales que, como en el caso de Morente, da un sello individual al arte y no se limita a repetir esquemas ya conocidos. Todo esto sin olvidar la belleza de la poesía del cante flamenco, patrimonio de la cultura árabe.- Emilio del Pozo. Bern.
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