El Besiktas se rifa al Barça

El idilio se ha acabado. O el arranque del curso fue un globo o este equipo se ha desintegrado. El Barça vivió anoche en Estambul una noche de perros. Recibió una bofetada de primer orden. Los azulgrana esperaban redimirse en Turquía de la derrota en San Mamés y el Besiktas agrandó el siete. Tres goles ante el Athletic y tres otra vez ayer. No quedará ya la excusa de que en Bilbao encajó dos goles de penalti. Las águilas negras no lograron una goleada de escándalo por el desacierto de sus delanteros y por la labor de Dutruel, que lo paró casi todo. Fue otra vez el mejor. La derrota hará daño en el Camp Nou, tanto por la severidad del marcador como por la imagen desquiciada del equipo, revolucionado, confuso y perdido. Y por algo más: hipoteca el discurrir del Barça en la Liga de Campeones. El Besiktas, que perdió en su debut en San Siro por 4-1, es teóricamente el equipo más flojo del grupo.Gritos, cánticos, todo el estadio de Inönü botando. Y todos los azulgrana petrificados. El Barça vivía aupado en una nube tras su angelical arranque y fuera de casa parece otro. Los azulgrana se habían propuesto mantener lejos del Camp Nou el festival ofensivo y han acabado a un paso de la primera crisis del año. Todo cruje: el mando del equipo en la divisoria; la defensa, que va de cabeza, y los delanteros, que se amontonan. Ayer se constató que quizá lo de Bilbao no fue tan casual. Los azulgrana dieron la impresión de dominar inicialmente el balón, con intercambio de jugadores, De Boer ensayando las diagonales, Kluivert pivotando de tacón e Iván de la Peña con pases interiores preciosistas. Todo inútil. El corazón del equipo, otra vez, no funcionó. Y por ahí se rompió el Barça.

Serra Ferrer se atrevió esta vez a alinear una defensa de tres y a situar a la pareja Gerard-Petit. Pero el caos de Bilbao se repitió. El canterano, incómodo teniendo que ejercer de cerebro, se diluyó en el césped y el francés, su compañero de línea, tuvo que multiplicarse para ayudar a la defensa. Arriba tampoco fue mucho mejor. Iván de la Peña, en su debut como titular, tampoco aportó mucho. Y la delantera acabó estorbándose en el área y esperando un gesto de un oscuro Rivaldo. Fue, en cualquier caso, el único que se acercó al gol.

El Barça se deshacía de la misma forma que el Besiktas, un equipo limitado, atrincherado con cinco defensas y que vive de la rapidez de Nouma y Ahmet, que empezaba a estirarse. Las bandas del Barça fueron un filón por el que entraron los laterales, sobre todo Münch. Tuvo suerte el equipo de la inspiración de Dutruel. Y de Sergi, que salvara con su cabeza un gol cantado de Nouma. El francés despejó luego, en dos ocasiones, dos chutes a bocajarro de Ibrahim, luego otro de Kahan y por último otro de Münch. Cuatro ocasiones claras en 20 minutos. Ya no pudo hacer nada con la quinta. Nihat centró desde la banda y Ahmat, ante la pasividad de De Boer, se colocó ante Dutruel y empalmó a la red ante la locura de la grada.

El Barça intentó tras el descanso enfriar el partido pero el Besiktas ya estuvo a punto de coronar su fiesta con una vaselina de Ahmet. Reaccionaron los azulgrana con dos arrancadas de Rivaldo y un par de pases en vertical de Iván de la Peña, que adquirió protagonismo a medida que avanzó el reloj ante la falta de noticias de Gerard, que jugando de organizador pierde llegada a gol. Serra Ferrer corrigió tarde el dibujo táctico. Quizá se equivocó de banda. El técnico sustituyó a Sergi, el lateral izquierdo, colocando a Petit en su puesto y dando entrada a Dani, otro delantero. El mallorquín dejó la banda derecha intacta, por la que sufría tanto Abelardo. Reiziger, mientras, siguió en el banquillo. Y por ahí llegó el segundo gol y la sentencia. Dutruel volvió a lucirse en un par de despejes cardiacos y ya no pudo hacer nada con el enésimo centro desde la derecha, recogido por Ahmet. El delantero envió el balón a la red.

Después ya fue todo un tormento. El Barça perdió a Kluivert por lesión y sus sustitutos tampoco encontraron el gol: Dani falló sólo en el área y luego Alfonso le imitó. Todavía faltaba por llegar lo peor. El escarnio definitivo. Nouma se rifó a De Boer, Dutruel despejó y el delantero envió un balón que fue del travesaño a la línea de gol. El árbitro ignoró la jugada, pero segundos después el juez de línea corrió como una flecha hacia el centro del campo dando el gol por válido.

El árbitro señaló el final y Dutruel se quedó paralizado con los brazos en jarras. Quizá jugó el partido de su vida y no sirvió de nada. Todo el barrio de Besiktas acabó bailando y sustituyendo los gritos de la grada por una orquesta de bocinas.