Ortega
¡Vaya! El consejero de Educación ha leído a Ortega y Gasset. De hecho, utiliza su nombre en vano para descalificar al rector de Alicante y su proyecto de Medpark. Tras acusar a Andrés Pedreño de disfrazar de ciencia lo que más bien parece una pura operación urbanística, dice que acaba de releer Misión de la Universidad y que en ningún sitio ha visto que haga referencia a la función de "diseñar urbanizaciones". El curso pasado ya nos brindó este consejero algunos ejemplos sonados de su torpeza. Ahora, el consejero cita a Ortega y uno se estremece al imaginar què pensaría el filósofo de un político como Manuel Tarancón ("¿Hay nada tan triste como un escritor, un profesor o un político sin talento, sin finura sensitiva, sin prócer carácter?", se preguntaba en El Espectador). Ortega fue un pensador brillante y también una vedette intelectual con algunos deslices hacia la cursilería (véanse Conversación en el golf o la idea del dharma y Estética en el tranvía). Defensor de la "razón vital" y de una polémica versión del elitismo, entre sus reflexiones más sólidas están aquellas que aluden a la ciencia y la técnica ("un hombre sin técnica, es decir, sin reacción contra el medio, no es un hombre"). Se pregunta uno cómo debe interpretar Tarancón este pasaje: "Es preciso que en torno a la Universidad mínima establezcan sus campamentos las ciencias -laboratorios, seminarios, centros de discusión. Ellas han de constituir el humus donde la enseñanza superior tenga hincadas sus raíces voraces. Ha de estar, pues, abierta a los laboratorios de todo género y a la vez reobrar sobre ellos". O este otro, también de Misión de la Universidad, que el consejero dice haber releído: "Tiene la Universidad que intervenir en la actualidad como tal Universidad, tratando los grandes temas del día desde su punto de vista propio -cultural, profesional o científico. De este modo no será una institución sólo para estudiantes, un recinto ad usum delphinis, sino que, metida en medio de la vida, de sus urgencias, de sus pasiones, ha de imponerse como un poder espiritual superior frente a la Prensa representando la serenidad frente al frenesí, la seria agudeza frente a la frivolidad y la franca estupidez".
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