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Transversalidad, por supuesto que sí

Ha rebrotado con fuerza, de la mano del magma socialista, el debate alrededor de la idea de la transversalidad aplicada al valencianismo. Poderosas inercias históricas de confrontación y cainismo entre las diferentes familias políticas valencianas explican, en parte, el intermitente resurgir de este concepto. Pero la obsesión del PSPV, y de sus satélites cívicos y mediáticos, con la transversalidad tiene otros orígenes menos remotos y más apegados a la difícil coyuntura por la que atraviesa el socialismo valenciano.Retroceso electoral constante, desorientación, incapacidad de renovación generacional y de ideas conducen al socialismo indígena a sentir una intensa nostalgia por la fácil hegemonía social y electoral de que disfrutaron en la década de los ochenta y en el primer lustro de los noventa, construida a caballo de la confrontación política e identitaria.

Para el conglomerado socialista valenciano, la transversalidad significa recuperar de forma exclusiva para sí las ideas-fuerza de la mayoría social valenciana: democracia, progreso y valencianidad. O dicho de otra forma, presentarse como la única garantía de progreso ante una derecha incivilizada y troglodita y un nacionalismo inmaduro, sin fuerza electoral ni programa político. El recuerdo demasiado reciente de su obra de gobierno pero sobre todo la madurez que ha ido adquiriendo la sociedad valenciana invalida, por mucho tiempo, cualquier intento de reeditar un escenario tan estéril y empobrecedor como el de los años ochenta.

Una verdadera transversalidad, en las cuestiones de identidad, es la que hoy existe en el conjunto de la sociedad valenciana, que demostrando una madurez que debería sonrojar a más de uno, ha sabido superar un conflicto estéril que para más vergüenza colectiva era azuzado desde algunos despachos que sobre el papel velaban por el interés general. Los valencianos sabemos, por propia experiencia, que nuestros símbolos son un patrimonio demasiado valioso como para utilizarlos como arma arrojadiza en la confrontación política diaria, aunque demasiado a menudo el PP no pueda resistir la tentación de utilizar la lengua de forma partidista. Y por eso, la lengua y la cultura propias del país ya son percibidas como elementos esenciales de cohesión social por toda la sociedad, pasando así página al triste escenario al que nos quiere retrotraer este tipo de propuestas.

Ahora que estamos asistiendo al paradójico espectáculo de ver cómo las instituciones políticas y sociales del país intentan recuperar, a marchas forzadas, el terreno que la sociedad civil les había ganado, el PSPV, al igual que su aliado estratégico UV, emprenden el camino contrario con la vana esperanza de reencontrarse con sus épocas doradas. Proceso que sólo les puede conducir a ahondar más en el foso que les separa de la mayoría social de este país, en especial de sectores jóvenes y/o urbanos.

De hecho, el debate alrededor de la transversalidad, tal como lo plantea el PSPV es el típico de la política valenciana de los años ochenta y noventa. En este país, donde los períodos de libertad han sido sólo paréntesis entre largas etapas de gobiernos autoritarios, las fuerzas democráticas estábamos más habituadas a discutir sobre grandes conceptos, muy grandilocuentes pero poco relacionados con la gestión cotidiana de las responsabilidades de gobierno, siendo como eran éstas monopolio de un sector muy determinado de nuestra sociedad. Este escenario, por suerte, ha cambiado y ahora la gestión de los más de 2 billones de pesetas que suman la Generalitat y la administración local valenciana dependen única y exclusivamente de nuestro sufragio.

Demasiadas veces, este rasgo de nuestra cultura política ha sido aprovechado por el PSPV para enmascarar las transversalidades realmente operativas: la transversalidad en las políticas urbanísticas entre PP y PSOE que apostando por un modelo cuantitativo de crecimiento han inundado de cemento el litoral y muchos pueblos, hipotecando a medio plazo el futuro de un sector tan importante de nuestra economía como el turístico. O la transversalidad en política comercial que ha incentivado la proliferación inaudita de grandes superficies comerciales con el objetivo de acabar con el modelo mediterráneo de vida desertizando los centros de las ciudades, o la transversalidad en políticas de protección del medio ambiente que ha permitido la desaparición de muchas zonas húmedas, la sobreexplotación de los acuíferos y el empobrecimiento de los ecosistemas.

Sin ánimo de alargarme más, sólo detallaré dos transversalidades más entre PP y PSPV que han funcionado perfectamente en la política valenciana reciente. El modelo televisivo que ha degradado la televisión pública valenciana hasta límites intolerables y la política municipal, ante la cual los concejales del Bloc actúan en muchos municipios como verdaderos motores de democratización y recuperación de la autonomía de las instituciones municipales respecto a todo tipo de lobbies y presiones urbanísticas, turísticas y empresariales de carácter especulador. Cuando los concejales del Bloc han buscado la transversalidad con los representantes del PSPV para cometer la tarea de erradicar los vestigios que aún quedan de caciquismo se han encontrado que la hegemonía de que gozó el PSPV durante 15 años la han aprovechado para pactar un nuevo status quo con la oligarquía de siempre, como hemos visto recientemente en Orba o en Xaló, por no decir el espectáculo acontecido en Alcoi.

Así pues, bien le valdría al socialismo valenciano que abandonara la retórica estéril de la transversalidad aplicada al valencianismo como instrumento de confrontación política y que diera un paso adelante, como ya ha hecho el Bloc, asumiendo como positivo el consenso social existente y entendiendo que el conjunto de la sociedad ya ha interiorizado las ideas de democracia, progreso y valencianidad. Esta es la disyuntiva ante la que se encuentra el PSPV: o enrocarse con las actitudes transversales de los ochenta de las que ya conocemos sus pobres resultados o mirar hacia el futuro pasando página. Desde el Bloc esperamos que las resuelvan para bien del país pensando en el interés general.

Ferran Puchades, es secretario de organización del Bloc Nacionalista Valencià.

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