Un japonés de Santurce
Uematsu, de padre nipón y madre riojana, representa el mestizaje ideal del yudo español
En un deporte con el origen tan claro como el judo, Kiyoshi Uematsu Treviño supone el mestizaje ideal. Padre japonés, madre riojana y nacimiento y residencia en Euskadi, Santurce y Portugalete. Elocuente. El yudo japonés al estilo español, riojano-vasco. Kiyoshi, con otro hermano en la élite española, pero que no se ha clasificado para Sydney, logró la plaza con su séptimo puesto en los pasados Mundiales de Birmingham, en 1999. A sus 21 años daba ya entonces todos los síntomas de su progresión: subcampeón del Mundo junior en 1996 y medalla de bronce en los Europeos de 1997. Parecía un campeón en potencia y puede dar el gran salto en cualquier momento. Ahora, sin ir más lejos. "Suelo soñar con que gano el oro", dice. "Si los sueños son premonitorios ahí estaré", añade. Kiyoshi compite en la categoría de hasta 66 kilos en la que el cubano Yordanis Arencibia y el francés de origen norteafricano Larbi Benbudaud son los dos grandes favoritos. Pero sin olvidar al japonés-japonés, Yukimasa Nakamura, al coreano Han Jihwan e incluso al italiano Girolamo Giovinazzo, subido de categoría y plata en Atlanta en menos de 60 kilos.La historia de Kiyoshi forma parte de la larga lista de relaciones que pueden cambiar la vida de las personas en cualquier parte del mundo. Su padre, tras acabar la carrera de Económicas, decidió recorrer el mundo antes de empezar a trabajar. Ya hacía yudo y nunca pensó que la economía acabaría aplicándola en un negocio, pero de yudo. Una vez en Europa, recaló en España, y en una concentración de yudokas en Logroño conoció a la que sería su mujer, también yudoka. Kiyoshi nació en Santurce, pero Tatxumi, su padre, se estableció finalmente en Portugalete. Con unos padres así, que sus hijos hicieran yudo no parece raro. Y así fue. Kiyoshi es del club Yamabuki de Portugalete, el club de su padre.
Los Uematsu mantienen relación con su familia en Japón y Kiyoshi ha viajado varias veces a ver a su abuela, con la que no se entiende, porque ella habla japonés y él casi nada. Vive en una ciudad llamada Fujimi, en las faldas del famoso volcán apagado Fugiyama. Con sus tíos se entiende en inglés. La tradición no entiende idiomas. Kiyoshi, en cualquier caso, es un hombre tranquilo y que cree haber heredado de los genes japoneses una manera más respetuosa de comportarse. Eso no está reñido con el yudo que ellos mismos inventaron. Jigoro Kano, creó una variante de las antiguas luchas de los samurais, y logró mejorar el jujitsu. La agresividad controlada, aunque los países del Este hayan metido demasiada fuerza en los nuevos tiempos.
Miren León será la otra representante española hoy, en menos de 52 kilos. Una vez más, ante un equipo tan potente como ha formado el yudo nacional, alguna quiniela da a la navarra de Arre, estudiante de 25 años, incluso la posibilidad de ganar una medalla de bronce. Su plata en el pasado torneo de Moscú o el triunfo en el de Polonia del año pasado y otra plata en el actual, han dejado huella. La cubana Legna Verdecia es la gran favorita para el oro, pero está claro que el yudo español es para tenerlo en cuenta.
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