Agur
Fatigado, pero no arrepentido de haberlo suscitado; así me siento tras el cruce de artículos entre un servidor y Antonio Elorza en torno a la problemática vasca. Callar una discrepancia honestamente sentida me hubiese parecido insano, y entrar en un duelo de erudiciones es imposible desde un diario. Lamento que malinterprete o tuerza algunas de mis palabras y que vea menosprecios donde no los había. Y considero clarificador que el profesor Elorza haya depurado todavía más su tremendismo argumental. Dos ejemplos: si él se titula miembro del "colectivo de escritores antiterroristas", los que divergemos democráticamente de sus análisis, ¿qué somos? ¿Escritores filoterroristas o, directamente, terroristas? Por otra parte, si el nacionalismo vasco fue fundado por un "prenazi" y sigue esclavo de aquel legado, ¿qué queda por hacer? ¿Una solución a la cartaginesa? Empiezo a sospechar que Elorza se halla embarcado en una empresa ideológico-política no ya ardua, sino titánica: la construcción nacional vasca sin nacionalistas vascos. Que le sea leve.- Joan B. Culla i Clarà. Barcelona.
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