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Gore y Bush pactan celebrar tres debates por televisión en octubre

Al Gore y George Bush acordaron anoche celebrar en octubre tres debates abiertos a todas las cadenas de televisión estadounidenses. El gobernador de Texas, que perdería las elecciones presidenciales de celebrarse en estos momentos, dio su brazo a torcer y renunció a su propuesta de debates. Éstos, como deseaba Gore, se atendrán al criterio tradicional establecido por la independiente Comisión de Debates Presidenciales.

Los candidatos demócrata y republicano a la Casa Blanca se verán las caras el 3 de octubre en Boston, el 11 de octubre en Wiston-Salem (Carolina del Norte) y el 17 de octubre en Saint-Louis (Missouri). Por su parte, los aspirantes a la vicepresidencia, Joe Lieberman y Dick Cheney, debatirán el 5 de octubre en Danville (Kentucky). Todos los encuentros se celebrarán en marcos universitarios y estarán abiertos a la retransmisión de las cadenas que lo deseen.Gore, muy fogueado en estos cara a cara para los que se entrena concienzudamente, parte con ventaja. Bush, menos experimentado, con menos datos en la cabeza y más propenso a trabucarse, tiene como gran cartucho su condición de hombre corriente. En los años ochenta, Reagan utilizó ese recurso magistralmente en dos ocasiones en sus debates con aspirantes demócratas.

Tras varias semanas a la defensiva, Bush inició ayer un contraataque. Lo hizo utilizando una información de The New York Times, un diario que en general no oculta su simpatía por Gore. Esa información asegura que en 1995 Gore solicitó fondos electorales a varios abogados de Texas, interesados en que el Gobierno de Washington se opusiera a poner límites a las demandas por responsabilidad civil. Cuando más tarde Clinton vetó una ley aprobada por el Congreso para establecer esos límites, esos abogados entregaron 795.000 dólares (unos 143 millones de pesetas) al Partido Demócrata.

Los demócratas también se enfrentaban ayer a acusaciones, difundidas éstas por la cadena Fox, de que Bill y Hillary Clinton están volviendo a "alquilar" los dormitorios de la Casa Blanca. La presidencia de EE UU no negó que los Clinton inviten a simpatizantes, pero rechazó que exijan contrapartida económica.

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