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Sydney 2000

Lamela: "La presión es grande, con el bronce me doy por satisfecho"

A 12 días de entrar en acción en Sydney, el saltador español de longitud Yago Lamela aparece realmente afilado. Pesa tres kilos menos que el año pasado. O sea, 75. Lleva barba de tres días, recoge parte de su cabello con una cola muy alta y sus grandes ojos azules y oblicuos transmiten calma mientras habla con los periodistas. Pero también expectación. Se acerca uno de sus grandes días. O eso espera. "Mi baza es ser competitivo", señala, sabedor de que cuanto más se le exige, más da de sí. Lo hizo el año pasado en el Mundial de Sevilla, donde fue segundo, detrás de Iván Pedroso, con un gran tercer salto después de sumar dos nulos. ¿Y lo hará ahora? "La presión es grande. Toda Asturias está pendiente. El alcalde de Avilés ya me dijo que si no consigo medalla, que no vuelva", bromea relajadamente Yago, que ya advierte cuáles son sus intenciones: "Hay que echarle lo que hay que echarle y creo que es posible la medalla".Sin Niurka Montalvo, Reyes Estévez y Fermín Cacho, Lamela se ha quedado prácticamente solo entre los candidatos a medalla del atletismo español. Quizá por ello o quizá porque entiende que le va a faltar competición para llegar en su mejor momento, esta vez la ambición de Yago está atemperada. "Me daría por satisfecho con el bronce", dice el saltador asturiano, que ve casi inalcanzable al cubano Iván Pedroso. ¿Qué salto sería medalla? "Creo que 8,35 u 8,40, mientras que el oro estará en 8,50 (su récord de España está en 8,56 metros). De todas formas, en los Juegos no se suelen hacer grandes marcas porque creo que hay más presión que en los Mundiales", afirma el saltador español, que trata de seguir al pie de la letra los consejos de su entrenador, Joaquín Azpeitia: "Olvídate de todo y sólo piensa en competir".

Lejos del bullicio de Sydney, Lamela y el resto de atletas españoles se preparan en la tranquila ciudad sureña de Adelaida. Se entrenan por la mañana y pasean por la parte vieja de la ciudad o navegan por Internet por la tarde. "Aquí estamos mejor que en la Villa Olímpica", señala el saltador de longitud, que se lamenta, sin embargo, de no poder asistir a la ceremonia de inauguración, mañana en Sydney.

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