_
_
_
_
Crítica:'LA LEY Y LA VIDA' / TVE-1
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La ley de la tele

Una de abogados. Así podríamos definir La ley y la vida, serie por la que La Primera apuesta este otoño. Con un esquema parecido al de la acústica Raquel busca su sitio, ésta se nutre de una fauna menos solidaria y con muchos malos contra unos pocos buenos. Los buenos son Toni Cantó y Mabel Lozano, ambos abogados y padres de una hija que intenta salvar un matrimonio que se hunde. Él trabaja en un gran bufete mientras que ella sacia su vocación en un despacho que le permite no desatender a su familia. Conflicto matrimonial como extensión de un problema ético que se origina en el cambio que la edad y la ambición producen en un joven antaño altruista.A su alrededor, buitres y serpientes que luchan por medrar. Se cuecen traiciones, se practican distintos grados de corrupción y, sin reparar en matices, se construye un argumento que obliga a los actores a salvar unos diálogos que se limitan a informar más que a entretener y que, por bien que se interpreten, no cuelan. Una pizca de denuncia, tópicos reactualizados (igualdad de oportunidad entre hombres y mujeres y la posibilidad de que ellas también puedan ser malas y ambiciosas) y, en general, unas buenas intenciones que en su noche de estreno sufrieron el lastre de tener que lidiar con la presentación de los personajes y el esbozo de los conflictos, algo siempre difícil.

Si en el futuro las tramas se afianzan y ganan protagonismo los malos, la serie mejorará, siempre que no abuse de nutrirse de esta industria del déjà vu en la que se ha convertido la televisión. Sin el brillo de La costilla de Adán, pero bebiendo de parte de su idea, La ley y la vida también introduce referencias, como esa mulata pariente de la amiga expansiva de Ally McBeal, la abogada a lo Cristina Almeida o el personaje de Guillermo Montesinos, enésima versión del camarero-confesor. También hay una atractiva ayudante que se pirra por su jefe y que no dudará en consolarlo cuando se tercie. En general, los actores están bien y no andan gritando como si, además de ir bien, España fuera sorda. Quizás por la relevancia de su personaje, destaca el trabajo de un Toni Cantó que, tras su paso por la comedia (7 vidas), se atreve con un papel que parecería más creíble en manos de un actor de más edad y que, sin embargo, él consigue domar.

Es, por ahora, lo más brillante de una serie con lucha de sexos y clases, que, cambiando el orden de los factores, obtiene un resultado esclavo de lo más previsible de un género que, desde Perry Mason a La ley de Los Ángeles, pasando por Murder One, Turno de oficio o Ally McBeal, se caracteriza por innovar, algo por lo que, me temo, La ley y la vida no pasará a la historia.

La ley y la vida logró una cuota de pantalla del 25,3% y una audiencia de 3.471.000 espectadores.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_