_
_
_
_
LA CUARTA CRISIS DEL PETRÓLEO

La OPEP decide el futuro económico

El cartel petrolero se reúne hoy en Viena para discutir un alza de la producción que frene los precios

Fernando Gualdoni

Crisis en todos los flancos

Más información
FOTO SIN TITULO
Preparado el 'mecanismo de ajuste'

Los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) difícilmente hubiesen podido imaginar que hoy tendrían tantos invitados al 40 cumpleaños del cartel. Desafortunadamente, los analistas de mercado y los periodistas de todo el mundo que pululan por los grandes hoteles de Viena y la sede de la organización junto al canal del Danubio, no están en la capital austriaca para festejarlo. Todos están allí para saber si la OPEP va a subir su producción de crudo lo suficiente como para frenar la escalada del precio del crudo y aliviar con ello las tensiones inflacionistas en los países industrializados. La especulación aumenta y los rumores se superponen. Se apuesta por un alza de entre medio millón y 700.0000 barriles diarios. En cualquier caso, el mercado no espera que la decisión que tome la OPEP reduzca significativamente los precios. Un moderado aumento de la extracción puede incluso empeorar las cosas y elevar más lo precios, como sucedió tras la cumbre de junio pasado. De todos modos, los analistas prevén que la OPEP se tomará hoy y mañana para decidir.

Producción limitada

El ambiente previo a esta tercera cumbre en lo que va de año es mucho más espeso que en las anteriores, las del 27 de marzo y 21 de junio. La situación es más grave y más complicada. En vísperas de los anteriores encuentros no pesaba sobre la OPEP la crisis que estas dos últimas semanas ha sacudido a Francia debido a las protestas de los pescadores, taxistas y agricultores y camioneros por la escalada de los precios de los carburantes. Estas demostraciones amenazan con extenderse a España y toda Europa.

El precio del barril (158,9 litros) de crudo brent de referencia para Europa ha superado los 34 dólares. Este precio es el más alto desde el 1 de octubre de 1990, cuando, a dos meses de iniciada la guerra del Golfo en 1990, llegó a 36,27.Las diferencias internas entre los miembros del cartel son ahora más visibles que hace dos meses. Detrás del discurso de consenso que la OPEP se resiste a abandonar hay una maraña de intereses, broncas y lealtades históricas y un afán de protagonismo cada vez más difícil de ocultar. Arabia Saudí y sus socios del golfo Pérsico (Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Kuwait) están a favor de aumentar la producción para satisfacer el reclamo de los países industrializados, en especial de EE UU, su aliado político y militar. Sin embargo, la presión saudí apenas ha conseguido un aumento de 2,4 millones de barriles en lo que va de año. Cifra que ha sido insuficiente para frenar los precios. La razón de ello ha sido en parte por la oposición de un grupo fuerte de sus socios, pero también porque la lealtad saudí es con EE UU, pero no con su presidente, Clinton. No es un secreto que Arabia Saudí respalda al candidato republicano, George Bush, actual gobernador del Estado petrolero de Tejas e hijo del presidente que salvó a los kuwaitíes y saudíes de los invasores iraquíes en 1991. Si los saudíes logran un fuerte aumento de la producción de la OPEP, la caída de los precios favorecería al candidato demócrata, Al Gore, en las elecciones de noviembre próximo. Por contra, si el descontento social en EE UU por los altos precios de las gasolinas persiste, el favorecido es Bush.

Irán, Irak, Libia, Argelia y Venezuela son reacios a ceder a la presión estadounidense. A principios de año se negaban debido a que temían que el precio se desplomara y porque no tenían la suficiente capacidad para subir más su producción. Ahora también se oponen para mostrar al mundo que la OPEP es fuerte y no cede a las presiones. Aquí la figura del presidente venezolano, Hugo Chávez, ha sido clave en la consolidación de este cartel dentro del cartel que ha mantenido los precios al alza, justo cuando se prepara para ser el anfitrión de la II Cumbre de Jefes de Estado de la OPEP, a celebrar a finales de este mes en Caracas..

Chávez y su ministro de Energía, Alí Rodríguez, dieron un paso fundamental para reconstruir la fortaleza de la OPEP durante una reunión cara a cara con los saudíes, que se celebró en Madrid el 17 de diciembre de 1998. En la residencia del embajador mexicano en la capital española, Rodríguez (que asumiría el cargo dos meses después) acompañó a su antecesor Erwin Arrieta al encuentro con Alí al Naimi, ministro del Petróleo saudí. Rodríguez y Al Naimi trazaron la política petrolera con la que la OPEP logró que el precio del crudo se triplicara en un año. Ahora, con un precio que, sin duda, superó sus expectativas, los intereses particulares de ambos países han vuelto a enfrentarlos.

Pese a todo, los 11 miembros del cartel tienen en común algo lo suficientemente fuerte para mantenerse unidos. Todos viven de las exportaciones de petróleo. Ninguno de ellos ha aprovechado los enormes ingresos que han estado embolsando desde los setenta para convertirse en un país desarrollado. Incluso ahora, en plena bonanza, los países de la OPEP utilizan los recursos que la venta del crudo les genera para pagar deudas. Entre los 11 acumulan una deuda externa de 360.000 millones de dólares (68,5 billones de pesetas, cerca de las tres cuartas partes del PIB español), equivalentes a un 40% del PIB conjunto. La cifra no incluye los billones que Irak debe pagar en compensación por la ocupación de Kuwait entre 1990 y 1991. Según los analistas, la OPEP no puede pretender vivir de las rentas petroleras hoy como en los setenta porque, aunque ellos no han cambiado, el mundo, sí.

La estructura económica, política y social de los países de la OPEP requiere un precio del barril por encima de los 20 dólares para mantenerse. Durante 1998, cuando el precio llegó a caer por debajo de los 10 dólares, tuvieron serios problemas presupuestarios. Dejaron de invertir en la industria petrolera y se vieron forzados a cerrar los pozos más caros de explotar. Hoy esas bombas harían falta para proporcionar el millón y medio que, según el mercado, el mundo necesita ante la creciente demanda. Reabrir un pozo es muy caro y los miembros de la OPEP no están, de momento, por la labor de gastar sus recursos en ello. El único miembro en condiciones de ofrecer más crudo al mercado es Arabia Saudí.El grupo de la OPEP contrario a un alza de la producción insiste en que no hay escasez de crudo en el mercado y que la escalada del precio se debe en buena parte a la acción de especuladores. Fuentes del sector petrolero admiten que hay un movimiento especulativo, pero que éste es sólo una parte del problema. Las fuentes han confirmado que todo el mundo en el negocio sabe que hay tres intermediarios en Londres que especulan con el precio del crudo día a día. Este movimiento infla unos tres dólares el coste del crudo que las petroleras compran. Las mismas fuentes añaden que el Gobierno británico no hace nada contra estos intermediarios porque cuanto más alto es el precio, más gana con la tasa que aplica sobre el crudo del mar del Norte, el brent.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_