La última lección de Albert Calsamiglia
Albert Calsamiglia Blancafort, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Pompeu Fabra, murió el pasado día 21 de julio en Barcelona (véase EL PAÍS del 26 de julio) a los 51 años. Unos días antes de morir nos dio su última lección haciendo frente a la muerte con gran entereza y dignidad.Cuando se enteró de que médicamente ya no se podía hacer nada y que el desenlace estaba próximo, quiso despedirse de los familiares y los amigos más íntimos, y lo hizo con mucha serenidad, agradeciendo el amor y la amistad que había recibido de todos ellos y la felicidad de la que gozó en esta vida que dejaba, consolando a quienes le escuchábamos por el disgusto que nos estaba dando, añadiendo que se iba tranquilo y sin dolores. Y, efectivamente, era así, su imagen irradiaba serenidad y tranquilidad.
Estoy seguro de que esta actitud serena frente a la muerte venía dada por morir queriendo y sabiéndose querido por los demás, y sabiendo también que ya no podía hacer nada más ante la cruel enfermedad que le asedió durante cerca de un año y frente a la cual luchó con todas sus fuerzas, como en él era habitual cuando quería conseguir un objetivo.
Ésta fue su última lección, la más difícil, de las muchas que dio en su vida; como siempre, la dio a un altísimo nivel.
Como dijo el amigo Carles Viver el día del entierro, sus amigos nos sentimos muy orgullosos de haberlo sido. Y por eso no olvidaremos nunca su ejemplo de dedicación a los amigos y a la amistad, y sus opiniones sobre cualquier tema que se tratara, con frecuencia apasionadas, pero siempre bien razonadas. Era un gran conversador y un buen polemista, y defendía con rotundidad y coherencia su pensamiento, que era difícil de rebatir; su oficio de filósofo, que siempre ejercía, le había dado una gran capacidad para hallar argumentos en defensa de sus tesis, así como una buena capacidad dialéctica para defenderlas. Fue también un ejemplo la relación con toda su familia: su esposa, sus hijos, su madre y sus hermanos.
Su vida académica como catedrático de Filosofía del Derecho es también un ejemplo de plena dedicación a sus alumnos, a quienes recibía en su casa si era preciso. Su participación en congresos internacionales le abrió las puertas de varias universidades extranjeras, y así pudo ir a Oxford invitado por esta universidad, donde ejerció como profesor durante los cursos de 1992 y 1996. Fue miembro fundador y vicerrector de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (que le ha concedido una medalla y el nombre de una aula en reconocimiento a su persona) y publicó numerosos artículos en revistas especializadas en el terreno de la teoría del derecho y la filosofía del derecho, moral y política. Cabe destacar entre sus libros Kelsen y la crisis de la ciencia jurídica (1975), Introducción a la ciencia jurídica (1986), y la última publicación poco antes de morir, Cuestiones de lealtad.
Una de sus grandes aficiones era la música clásica, en especial la música de Bach, que según decía superaba a cualquier otra, y escuchándola uno se sentía transportado al más allá y traspasaba los límites del tiempo y el espacio. Recordé sus palabras al respecto cuando fui a despedirme de él y advertí que escuchaba las Variaciones Goldberg, de Bach, con la serenidad y la tranquilidad de espíritu que sólo puede tener quien se va de este mundo habiendo hecho el bien, y con un balance positivo de su vida.
Albert Calsamiglia, como siempre habías hecho, también en la última lección nos has puesto el listón muy alto, pero a pesar de ello intentaremos seguir tu ejemplo, y por encima de todo, no te olvidaremos.-JOSEP BROGGI TRIAS,
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