Hariri muestra cautela tras su aplastante éxito electoral

El gran vencedor de las elecciones legislativas de Líbano del pasado domingo, el multimillonario Rafic Hariri, fue especialmente prudente ayer a la hora de comentar su triunfo y ni siquiera dio por seguro que sería de nuevo primer ministro."Nadie me ha preguntado por ahora mi opinión sobre la presidencia del Consejo de Ministros", declaró. "Es un asunto prematuro que deberá ser abordado según las reglas constitucionales".

La Constitución libanesa estipula que el actual Gobierno debe dimitir cuando, el 17 de octubre, tomen posesión los nuevos diputados. El presidente de la República, Émile Lahoud, debe, por su parte, consultar a las fuerzas parlamentarias antes de nombrar a un primer ministro, un cargo reservado para un musulmán suní.

Hariri, de 55 años, semostró conciliador con Lahoud y con el ministro de Interior, Michel Murr, a los que criticó con dureza durante la campaña electoral. Elogió incluso "la honestidad e imparcialidad de los poderes públicos" y aseguró que "las reglas democráticas han sido respetadas a pesar del ambiente que prevaleció durante la campaña".

Afirmó, por último, que deseaba que las relaciones con Siria, la vecina potencia que mantiene en Líbano a 35.000 soldados, "fuesen aún mejores". El órgano del partido Baas, en el poder en Damasco, insistió ayer en que Siria "no tiene favoritos en Líbano", dando así a entender que no vetaría el nombramiento de Hariri.

Tras ser elegido presidente, Lahoud destituyó a Hariri en 1998 de la jefatura del Gobierno, una decisión que contó con el beneplácito de Damasco.