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VUELTA 2000

Cipollini ya no es el que era

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Mario Cipollini ya no es el mismo. Languidece, se hace viejo. Hay muchos velocistas en el pelotón dispuestos a heredarle, pero nada será igual a aquellos tiempos de tiranía del italiano. Calcaterra ponía al pelotón en fila india. Los llevaba a todos exhaustos hasta el último kilómetro. Y allí, zas. Cipollini, con la ayuda de Scirea y de los demás, entraba en la meta sin despeinarse. Bueno es él. Un esclavo de la imagen. Ahora, con Cipollini en su ocaso y en la carrera que le resulta más desagradable, menos apetitosa y que le provoca auténticas pesadillas (la Vuelta), los sprints ya no son lo que eran. Incluso dos simples lanzadores pueden poner patas arriba una llegada. Dónde se ha visto que los subalternos se rebelen de esta manera. En Valdepeñas.El acercamiento hasta la meta resultó complejo. Los compañeros de Cipollini parecían dispuestos, esta vez sí, a controlar la llegada. Siete 'saecos' en fila, directos hacia las estrechas avenidas de Valdepeñas. Pero, sin darse cuenta, se les fue de las manos. Se vieron relegados a un segundo plano. Será que Calcaterra también se hace viejo: tiene 35 años.

En la fase de los empujones, de los codazos y el choque de manillares ya ni se veía a Cipollini. Entonces, se situaron en cabeza dos corredores, italianos por supuesto. Dos lanzadores, que como su propio nombre indica, son profesionales del capote. Que llevan en butaca a su jefe hasta la última recta. Pero se rebelaron.

Tiraron tan fuerte que se quedaron solos. No levantaron el pie, como debieron hacer, sino que apretaron más todavía. Vieron delante su gran oportunidad. La reivindicación de los peones en las mismísimas narices de sus superiores. Eso debieron pensar Magnani (Alessio) y Loda (Fassa Bortolo). Pero el grupo les absorbió. A Loda, para mayor emoción, en los últimos tres metros. No quedaron contentos ni ellos ni sus jefes.

Ganó Koerts, que la víspera terminó codo con codo con Óscar Freire -el campeón del mundo asegura que recibió del holandés un puñetazo en el último kilómetro- y sigue caliente. ¿Y Cipollini? En el puesto 21º. La víspera, en Córdoba, había achacado su fracaso a una maniobra de otro corredor, que le cerró en el último kilómetro. Ayer, ya abiertamente, a su baja forma. Es posible, por qué no, que el italiano gane una etapa -para estrenar su palmarés en la Vuelta- antes de marcharse a su añorada Italia. Pero como uno más, como uno cualquiera. Cada vez le temen menos. Pese a sus 14 victorias en el Tour y las 30 del Giro.

Hasta Valdepeñas, la etapa más larga de esta edición había transcurrido según el guión de esta Vuelta, con calma. Con calor, mucho calor. Tanto que los jueces permitieron adelantar el horario en el que los directores pueden entregar bebida a los corredores. Nadie quería moverse del grupo. En estos casos es preferible el olor a humanidad que se respira en el interior del pelotón que saltar a las primeras de cambio y sentir cómo se le escapan a uno las calorías en estampida. La mayor preocupación consistía en contar cuántos bidones se distribuían entre los ciclistas.

Durante la prueba, apenas tuvo trascendencia la escapada de Rubén Oarbeaskoa, un corredor inscrito con los portugueses de La Pecol tan desconocido que en el registro de la organización sólo aparece su nacionalidad (ESP, reza su ficha, nada más), el pelotón no perdía corredores por delante, sino por detrás. Tres componentes del Relax-Fuenlabrada, con gastroenteritis, se quedaron descolgados. Otros tres bajaron a ayudarles y juntos, los seis, recorrieron una etapa que nunca olvidarán. Llegaron a 28 minutos del pelotón y se quedaron al borde del fuera de control.

Como no hay mal que por bien no venga, a partir de ahora cualquier escapada de los corredores de Maximino Pérez preocupará menos a Zülle y al Banesto, a quienes mantener el liderato no les está suponiendo un mayor esfuerzo. La Vuelta, así lo parece, tiene pactada una tregua hasta Alicante, hasta el primer puerto de verdad, Xorret de Catí.

Fuera del ámbito deportivo, sobre las once de la mañana falleció Ángel Zaragoza, empleado de la organización, cuyo vehículo se salió de la calzada en el término cordobés de Montoro. Fuentes policiales aseguraron que el fallecido formaba parte del dispositivo de limpieza de la carrera, y explicaron que el accidente se produjo cuando el todoterreno que conducía, que llevaba un remolque, se salió en una curva y cayó por un terraplén de unos tres metros de profundidad.

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