Francia anuncia la reforma fiscal más importante de los últimos 50 años
El ministro francés de Economía y Finanzas, Laurent Fabius, anunciará "en unos días" lo que será la segunda gran reforma fiscal del Gobierno Jospin. Presentado como el más importante de los últimos 50 años, el plan Fabius sitúa como prioridad la reducción de impuestos, aunque incluirá normas más suaves para la aplicación de las 35 horas en las pequeñas empresas y una reforma de la Administración. Bajará el impuesto sobre la renta en los tramos medios y bajos, el de sociedades, el de las gasolinas y la llamada contribución social generalizada.
Hace pocos meses, cuando aún estaba aparcado como presidente de la Asamblea Nacional, Fabius escribió en un artículo publicado por el diario Le Monde que "la izquierda no corre gran peligro de ser derrotada por la derecha pero sí por los impuestos y las cargas sociales". Ahora, en el mismo diario, Fabius repite estar "convencido de que junto con la lucha por el empleo y la seguridad, la reducción de impuestos es una de nuestras tres prioridades".El futuro plan Fabius incluirá una reducción de la presión fiscal para las clases populares y medias. En principio, la rebaja se situaría entre el 9,5% y el 5%, exceptuados -más por una cuestión más de imagen que de convicción- quiénes están en lo alto de los baremos.
Porque ése es el gran problema con que se topa el Gobierno Jospin: tras los 40.000 millones de francos (un billón de pesetas) de reducción de impuestos en 1999 -el equivalente a unas 20.000 pts por contribuyente- y los 80.000 millones de francos de 2000, son muy pocas las personas que pueden decir, en cifras absolutas, haber pagado menos que en 1997 o 1998. Los aumentos salariales -modestos pero reales-, las ganancias derivadas de un comercio que funciona a pleno régimen, lo que puede haber aportado la Bolsa, etcétera, así lo han querido.
Fabius prevé otra reducción de 50.000 millones de francos para 2001 y mantener un recorte de la presión equivalente a 25.000 millones de francos anuales hasta 2004. Esta generosidad tiene un contrapeso obvio: sólo en 1999 ya se crearon 456.000 nuevos puestos de trabajo y eso se tradujo en más ingresos fiscales.
El ministro quiere "controlar el gasto público -incluido el gasto social- y reducir los déficits; tratar con delicadeza la aplicación de las 35 horas en las pequeñas y medianas empresas; y repartir de manera justa la riqueza creada evitando entrar en la espiral precios-salarios, susceptible de poner en peligro el crecimiento y, a la larga, el poder adquisitivo".
Las 35 horas, más flexibles
La reforma de la semana de las 35 horas, que nunca contó con el visto bueno de Fabius, se aplicará pues con un máximo de tolerancia a las empresas de menos de 20 trabajadores. "Máxime", escribe Fabius, "cuando éstas conocen cierta penuria sectorial de mano de obra". Otro de los objetivos del futuro plan Fabius pasará por suprimir la llamada "sobretasa" que impuso el gobierno de Alain Juppé en 1995 y que penaliza las sociedades francesas. Los beneficios de las mismas dejarán de estar destinados, en un 36,6% al fisco para estarlo entre un 30% y un 33,3%.
Al mismo tiempo Economía y Finanzas ha iniciado ya una serie de acciones para conseguir que las compañías petrolíferas dejen de seguir repercutiendo integralmente y de manera discutible el alza del crudo sobre cada litro de combustible que venden al ciudadano. El Tribunal de la Competencia deberá dictaminar de entrada si la fijación de precios no ha sido objeto de acuerdos ilícitos y luego el Gobierno deberá comunicar hasta qué punto está dispuesto a renunciar a una parte de ese más del 70% que cobra del precio de cada litro. Se estima una renuncia modesta: los 20 céntimos (5 pesetas) suplementarios que aporta cada litro desde hace unos meses.
El discurso liberal de Fabius incluye la reforma del Estado y, en concreto, de su ministerio, una reforma que se llevó por delante a su antecesor Christian Sautter. Ahora habla de una cruzada "contra una parte de nuestra clase política, más bien conservadora, despilfarradora y estatalista", de la necesidad de simplificar todos los trámites, de "reducir las retenciones si de verdad se quiere reducir el paro" y de la "necesidad de aplicar esa regla que dice que el trabajo siempre tiene que estar mejor remunerado que el no-trabajo".
Todas estas pistas deberán tener confirmación en un plazo breve -Fabius, queda escrito, habla de "algunos días"- y puede que contemplen también una reducción de las retenciones en concepto de CSG (Contribución Social Generalizada) en el caso de los salarios más bajos.
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