Víctor Puerto da un repaso
Llegó Víctor Puerto, que no estaba anunciado ni nada, y les dio un repaso a sus colegas. Por el mismo precio, también al empresario y a la Junta Administrativa organizadora que no le trajeron a la feria.Un repaso con todas las de la ley, sí señor.
Tampoco es que fuera como para lanzar cohetes pero le bastó a Víctor Puerto con torear templado e interpretar las suertes desde la torería. Ahí queda eso, pudo decir. Y si no lo dijo, prudente que es el chico.
Víctor Puerto sustituía a Espartano. El cartel se encontraba entre los más atractivos del abono: en alternancia con el veterano Espartano anunciaba al fenómeno de la tauromaquia Enrique Ponce y a Moraste de la Puebla, paradigma de arte. De manera que Víctor Puerto, metido entre tanta fama, podría tener la consideración de ciudadano de tercera.
Fernández / Ponce, Puerto, Morante
Cuatro toros de Atanasio Fernández, discretos de presencia: 1º inválido total, 2º flojo y pastueño, dos últimos mansos, manejables. De Aguirre Fernández Cobaleda: 3º, discreto de presencia e inválido, 4º con trapío, bravo y noble.Enrique Ponce: dos pinchazos, estocada ladeada, rueda de peones y cuatro descabellos (pitos); pinchazo y estocada corta caída (vuelta). Víctor Puerto: estocada baja (oreja); media ladeada -aviso- y descabello (vuelta). Morante de la Puebla: estocada corta trasera (ovación y salida al tercio); estocada muy atravesada recibiendo y dos descabellos (ovación y salida al tercio). Plaza de Vista Alegre, 22 de agosto. 4ª corrida de feria. Cerca del lleno.
La fiesta de los toros, sin embargo, acoge con júbilo a quien lo hace y, si lo hace, es que lo es. Suelen decirlo los aficionados madrileños castizos si se les pregunta por su torero favorito: "Yo no soy de nadie; sólo del que lo hace". Y si se les pide que nombren a una figura: "El que lo hace, lo es".
La claridad ante todo.
Fieles a la regla, de estar en Bilbao (veraneando, por ejemplo) seguramente habrían calificado figura a Víctor Puerto porque lo hizo. Toros nobles que tuvo delante, los toreó de capa y les aplicó sendas faenas de muleta con oficio y parsimonia. Una de ellas la inició en la boca de riego con dos pases cambiados por la espalda; la otra con buenos ayudados ganando terreno. Y siguió por derechazos y naturales de impecable templanza y discreta reunión. Cierto que ambas duraron demasiado. Víctor Puerto no les veía el fin y seguía endilgando derechazos, naturales y de propina alguno de esos muletazos de espaldas que inventaron Llapisera y el Bombero Torero (cada cual a su estilo) y ahora les sirven a las figuras para triunfar y ganar patente de fenómenos. Tampoco sería justo reprocharle tales cosas a Víctor Puerto pues las figuras que se aluden tenían cumplida representación en la terna e interpretaban sin parar y con todo el ajetreo que conlleva, la más espesa versión de la tauromaquia trotapases que ellos mismos y otros incompetentes han puesto de moda.
Enrique Ponce abrevió con un toro absolutamente inválido que le soltaron y tuvo otro de encastada nobleza, ideal para realizarle las más excelsas suertes. Pero no estaba por esa labor y le pegó un montón de pases despegados, corriendo al rematarlos, en el transcurso de una plúmbea faena concebida para la galería.
Morante de la Puebla va de artista exquisito y en el fondo es lo mismo. O peor. Porque Ponce posee técnica mientras a Morante le falta. Y sus modos pìntureros para la trincherilla o el adorno ni disimulan la vaciedad de su toreo ni ocultan la presteza con que pone pies en polvorosa cada vez que remata un pase.
Con semejantes actitudes en sus colegas, Víctor Puerto no necesitó esforzarse para darles un repaso. Claro que si se contemplara de distinto modo el estado de la cuestión, lo propio habría sido que se echara la muleta a la izquierda y ligara los naturales cargando la suerte, pues no le faltan condiciones para ello. Y esa habría sido una muestra arrebatadora del toreo puro, una explosiva denuncia del aburrido sucedáneo que unos cuantos han impuesto en la fiesta. Y habría acabado con el cuadro.
Como en un sueño...
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