Un alegato contra el colonialismo
El escritor ugandés Moses Isegawa pone voz a África en su novela 'Crónicas abisinias'
A Moses Isegawa, ugandés de 37 años, le gustan especialmente los escritores como Salman Rushdie, Hanif Kureishi o Jerzy Kesinssky. Los tres autores proceden de culturas muy diferentes a la del país donde viven y escriben. "Ese alejamiento les da una mayor libertad para analizar las cosas", asegura este escritor nacionalizado holandés.La crítica de su país, donde ha vendido 100.000 ejemplares de su primera novela, ha comparado Crónicas abisinias (Ediciones B), con Hijos de la medianoche o El buda de los suburbios, y la ha calificado como una obra que aúna la novela picaresca y de iniciación. "La picaresca puede resultar una herramienta muy útil en estos tiempos de movimientos emigratorios", aclaró el escritor durante una visita a Madrid.
Mugesi, el protagonista de Crónicas abisinias, es un superviviente capaz de luchar por su vida y sus principios en la Uganda de Idi Amín, de enrolarse en la guerrilla a la que abandonará, tras conocer la corrupción de sus miembros y de convertirse en un emigrante sin papeles en Holanda. "Como muchos de los personajes que aparecen en la novela, vive en constante movimiento y trata de salvar su persona o su economía. De alguna manera representa la lucha contra la tiranía", dice el escritor que reconoce haber puesto voz a la forma de pensar del pueblo llano africano.
Crónicas abisinias es también un alegato contra el colonialismo y una novela donde se explica cómo ha funcionado África en los últimos 60 años, sumida en continuos golpes de Estado y en movimiento constante de los pueblos a las ciudades.
Las más de 600 páginas de Crónicas abisinias fueron escritas íntegramente en Holanda y son fruto del trabajo de cuatro años. "Cuando dejé Uganda tenía idea de escribir un libro sobre las cosas que habían pasado en mi país y que yo conocía bien, pero no encontraba la voz para contarlo. Me sentía muy influido por escritores como García Márquez, Rushdie o Kureishi, pero no quería repetir lo que ellos habían hecho antes", explica.
Hasta que se trasladó a Holanda, en 1989, Isegawa vivió en su país natal de dar clases de Historia y de las colaboraciones literarias que realizaba para una revista de Amsterdam. No se marchó por cuestiones políticas. "Quería tener la libertad de leer todo lo que quisiera, además el hecho de vivir alejado de Uganda me ha dado una mayor libertad para analizar las cosas. Es enriquecedor ver las cosas desde ese punto de vista", cuenta.
No cree este joven autor que se puede hablar de una novela africana, sino de un grupo de autores que despuntan sin que existan conexiones entre ellos.
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