El fracaso del triunfo

El Juli desaprovechó un toro, el primero de su lote, que embestía haciendo el "avión". Por más que tratara de ligar los pases, la falta de temple y de mando, le ponían por debajo del toro. No supo apreciar la boyantía del animal. En ese toro le concedieron una oreja. Sin embargo, pese a no ligar en su segundo toro, ni poner sobre la arena la vibración adecuada, al menos se pegó un arrimón. Creemos que en su fracaso se tipificó la expresión que habla del fracaso del triunfo. Miguel Abellán cortó una oreja, tal vez porque en ese toro se concitó lo más torero de la tarde, fue a través de las dos largas cambiadas, los lances y la media verónica de remate rodilla en tierra. Luego quitó por chicuelinas. Y dejó al toro en el caballo con una mano rodilla en tierra. A esto llegó El Juli e hizo su quite con el percal a la espalda, por lo que sufrió una voltereta. Abellán respondió con un quite por gaoneras. Ahí estuvo lo más torero de la tarde. Eso, a nuestro modo de ver, fue lo que propulsó al público a darle la oreja, ya que las cuatro tandas de derechazos y la única tanda de naturales no tuvieron ni la garra, ni el temple, ni el mando, requeridos.De Joselito, muy poco que hablar. Su muleta está llena de embustes. Y eso es imperdonable en quien llaman figura del toreo. Estuvo apático, sin sitio, sin ganas, sin nada de nada. Un fiasco. Vale más que reseñemos el runrún que ha corrido por la feria donostiarra: de la legión de entusiastas poncistas no queda ninguno. Todos han pasado de golpe al tomasismo. ¡Cosas de ver y creer!