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Empieza la restauración de la iglesia de las Calatravas

La iglesia de las Calatravas, una de las joyas barrocas más céntricas de Madrid, situada en la calle de Alcalá desde 1680, está cubierta desde ayer con un andamiaje exterior para la restauración de su cubierta, acometida por la empresa Conservación del Patrimonio Artístico. Un equipo de siete personas, restauradores y oficiales de albañilería expertos en cubiertas, comenzó a trabajar ayer en el templo.La fachada, de estilo milanés y en color terracota rosáceo, fue remozada bajo el reinado de Isabel II (1833-1868) por Juan de Madrazo, discípulo del arquitecto neogótico Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc, restaurador de Nôtre Dame de París. Cuenta con un retablo espléndido, pinturas y esculturas muy valiosas. La restauración abarcará unos 800 metros cuadrados de techado, de tejas árabes, y consistirá en la instalación de una subcubierta ondulada, de fibrocemento, para impedir las filtraciones de agua y otros agresivos. Las tejas serán repuestas.

Esta restauración absorberá los fondos destinados en un principio a culminar la rehabilitación de la Capilla del Obispo, del gótico madrileño, edificada en el siglo XVI junto a la plaza de la Paja. Así lo ha anunciado Gustavo Villapalos, consejero de Educación, que justificó el trueque de actuaciones por la existencia, en algunos de sus elementos arquitectónicos, del denominado mal de la piedra, una patología contaminante que desmenuza los componentes pétreos.

Bajo un gran monumento funerario sin enterramiento, el cenotafio del obispo Gutierre de Carvajal, que decora el ala sur de la capilla, son observables humedades procedentes del jardín de la contigua parroquia de San Andrés, cuya escorrentía cruza bajo ese monumento en alabastro, único del Madrid de la época.

Sin embargo, las humedades no fueron óbice para el montaje de una exposición fotográfica sobre La Pietá de Miguel Ángel la pasada primavera. La transformación de la Capilla del Obispo en museo religioso, hipótesis que se baraja ahora, exigirá adecuar su maderamen del siglo XVI a una rigurosa legislación antiincendios del siglo XXI.

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