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Turismo y saturación

Andalucía está a tope. Playas y ríos. Montes y vaguadas. El turismo de sol y playas y el del interior. Andalucía vive un verano turístico histórico. Casi siete millones de turistas dejarán setecientos mil millones de pesetas. Corren vientos favorables para lo andaluz y estamos de moda (recuérdese Hannover, World Travel, FITUR, etcétera). Se recoge el fruto de un trabajo profesional bien hecho por la Consejería de Turismo y Deportes, antes Pepe Núñez, ahora, Pepe Hurtado, y de algunos patronatos de turismo, como el de la Costa del Sol (apúntense un tanto, sus técnicos, con Ana Gómez a la cabeza y sus políticos, Juan Fraile y comisión gestora).El consejero Hurtado no quiere, sin embargo, echar las campanas al vuelo. Hay graves problemas por resolver, algunos históricos, como es el saneamiento integral de las aguas que vierten a nuestros mares. Más de veinte años de espera y lo que te rondaré morena. O los problemas difíciles de prever cuando se inunda parte del litoral andaluz con alquitrán.

Otro peligro, denunciado por Hurtado, es la saturación, sobre todo en la Costa del Sol. No se puede crecer sin límite alguno. Ni hay mercado, ni la masificación es la mejor tarjeta de visita. Otras zonas turísticas españolas pagan el peaje de errores del pasado, como Mallorca. La alerta dada por el consejero Hurtado ha tenido eco. El presidente de los empresarios turísticos andaluces, Miguel Sánchez y la gerente del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, Ana Gómez, coinciden en que un desarrollo salvaje, incontrolado, de aprovechamiento medio de cualquier esquina para levantar hoteles y apartamentos pondría en peligro el futuro.

Los ayuntamientos y la Junta de Andalucía deben controlar el crecimiento. Existen casos llamativos, como el de Punta Umbría, pero hay otros, de menor calado, que por llenar las arcas municipales, conceden licencias en las que habría que colocar el famoso cartel: "Pan para hoy, hambre para mañana".

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