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Andersen Consulting y Arthur Andersen se separan tras años de dura batalla legal

Patricia Fernández de Lis

La guerra de los andersen, una batalla fraticida que ha enfrentado a Arthur Andersen y Andersen Consulting durante más de una década, acabó ayer con moderada satisfacción en ambos lados de la trinchera. La Corte Internacional de Arbitraje de París ha permitido a Andersen Consulting desligarse definitivamente de su matriz Andersen Worldwide, y romper así los lazos con Arthur Andersen, pero obliga a la consultora a devolver su nombre. El presidente de Arthur Andersen, Jim Wadia, dimitió ayer, aunque negó que el motivo fuera la decisión arbitral.

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Guillermo Gamba, el mediador colombiano elegido por la Corte Internacional de Arbitraje de París para resolver este caso, ha tomado una decisión salomónica que, curiosamente, fue recibida como un triunfo en Andersen Consulting (AC) y en Arthur Andersen (AA). Ambas empresas califican la resolución como "el comienzo de una nueva era". Para AC, es el principio de la vida sin Andersen; Para AA, es el final de la etapa Jim Wadia, cabeza visible de la empresa desde hace más de 20 años.En un texto de 129 páginas, Gamba culmina la lucha legal entablada hace dos años y medio entre estos dos gigantes del negocio de la consultoría y la auditoría fiscal. Según datos de la revista Management Consultant, AC es la primera consultora del mundo -tiene como clientes al 75% de las 200 mayores empresas- por delante de PriceWaterhouseCoopers y Ernst & Young, y AA es la novena. Ambas emplean a unas 143.000 personas en un centenar de países.

Gamba elimina cualquier vínculo o relación contractual y económica entre ambas empresas, con fecha de 7 de agosto de 2000. Para Andersen Consulting, que fue quien llevó el caso a la Corte Internacional de Arbitraje de París, esta decisión significa el fin de su dependencia societaria de Andersen Worldwide; AC será ahora una compañía completamente independiente, y sus decisiones estratégicas no estarán supeditadas al visto bueno de la matriz.

La empresa ha aprovechado la ocasión para anunciar las primeras decisiones de su vida adulta: duplicará el número de socios de la empresa, de 1.300 a unos 3.000 (de 49 a 54, en el caso español), contratará a 16.000 personas (unas mil en España), y empezará a hablar con otras compañías para firmar asociaciones o incluso fusiones, que antes debían ser aprobadas por Andersen Worlwide. Para Arhur Andersen supone, mientras, la recuperación de la denominación Andersen Conulting, que ahora podrá utilizar. La compañía asegura, en todo caso, que aún no ha pensado en ello.

La Corte ha resuelto, así, un conflicto lleva coleando once años. Todo comenzó en 1989, cuando los socios de Arthur Andersen, en una histórica reunión celebrada en Dallas, acordaron la creación de una entidad separada, Andersen Consulting. AC se encargaría del negocio de la consultoría, de mayor crecimiento y sometido a mayores y más veloces cambios que la auditoría tradicional. Querían que el hijo con mayor futuro caminara solo, sin las constricciones de una gran empresa con 87 años de historia. Arthur Andersen, mientras, seguiría trabajando en su negocio clásico, la auditoría y la asesoría legal, y sería Andersen Worldwide la encargada de coordinar ambas empresas.

El conflicto estalló unos años después, aunque comenzó a definirse entonces. Los socios y empleados de Arthur Andersen consideraban, y aún consideran, que deben ofrecer a sus clientes "un servicio completo", en palabras de Ángel Durández, socio de Arthur Andersen en España, lo que implica la entrada en el negocio de la consultoría. Para AC, esta visión comercial era una invasión en su terreno. Pero había, además, una cuestión económica.

Pago del 15%

En los acuerdos se incluía una cláusula que obligaba a la compañía que lograra mayores beneficios a pagar un 15% de ellos a la otra. Pronto, y debido al crecimiento de la consultoría frente al de la auditoría, AC facturó más que AA, unos 8.900 millones de dólares en 1999 frente a 7.000, es decir, 1,6 billones de pesetas frente a 1,28. Según una expresión utilizada ayer en rueda de prensa por Joe Forehand, presidente de AC, "toda esta historia va sobre nuestro derecho a no pagar a nuestros competidores". La Corte Internacional ha decidido eliminar la obligación de AC de pagar ese 15% a su competidor, aunque sí la obliga a desembolsar 1.200 millones de dólares (unos 220.000 millones de pesetas) por los pagos que congeló durante el arbitraje.Ambas compañías están satisfechas con el fin de su relación, aunque han recibido arena, además de cal. El tribunal ha desestimado la petición de AA, que reclamaba 14.500 millones de dólares (2,6 billones de pesetas) a AC, pero ésta reconoce que la devolución del nombre es un duro golpe. "Hemos invertido mucho en ello, pero la marca es sólo la fachada que esconde un servicio", explica Carlos Vidal, consejero delegado de AC España. La compañía deberá realizar el cambio antes del 31 de diciembre.

El día terminó con un anuncio, la dimisión de Jim Wadia, el histórico presidente de Arthur Andersen. Según la compañía, hace tiempo que Wadia tenía pensado abandonar su puesto por razones personales, pero no quiso hacerlo hasta que la Corte no hiciera pública su decisión. Ayer, Wadia dejaba su puesto, provisionalmente en manos de Louis P. Salvatore, miembro del Consejo de Administración de Andersen Worldwide.

Las tres versiones españolas

Las filiales españolas de Arthur Andersen y Andersen Consulting son completamente independientes y hay, de hecho, un tercero en discordia, el bufete de abogados Garrigues Andersen, que depende directamente de Andersen Worldwide.Las relaciones entre las divisiones españolas de AC y AA son buenas, aseguran ambas compañías. Las dos comparten clientes, y muy importantes, ya que las grandes empresas de este país -entre ellas Telefónica, y los antiguos BBV o Banco de Santander-, acostumbradas a trabajar con ambas, encargan sus proyectos de consultoría a Andersen Consulting, mientras que los profesionales de Arthur Andersen realizan sus auditorías.

Además, hay poca competencia real entre ellas. Mientras AC se centra en proyectos de alta tecnología y desarrollo de software, AA se dedica, más bien, a asesorar a sus clientes. AC facturó el pasado año 68.646 millones de pesetas sólo en honorarios (81.950 en gastos facturados), mientras que AA ingresó 44.362 millones, unos 7.000 de ellos en la consultoría.

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Sobre la firma

Patricia Fernández de Lis
Es redactora jefa de 'Materia', la sección de Ciencia de EL PAÍS, de Tecnología y de Salud. Trabajó diez años como redactora de economía y tecnología en EL PAÍS antes de fundar el diario 'Público' y, en 2012, creó la web de noticias de ciencia 'Materia'. Los fines de semana colabora con RNE y escribe, cuando puede, de ciencia y tecnología.

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