Bocadillos y copas entre caballos

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Las carreras de caballos ya no son lo que eran. O al menos eso es lo que intentan los gerentes del Hipódromo Costa del Sol situado en La Cala de Mijas. La costumbre elitista de las competiciones ecuestres no se corresponde con un sábado por la noche en este establecimiento que intenta hacerse un sitio en la extensa oferta ociosa de fin de semana. Familias enteras acuden las noches de los sábados al hipódromo. Allí, aparte de la competición equina, encuentran restaurantes, terrazas, tiendas de recuerdos, y hasta una exposición de coches.Tampoco es habitual ver tantos niños en un hipódromo. Las pizzerías del complejo están a tope y las colas de espera son más largas que las de los puestos donde se realizan los envites. Aún así, casi todos prueban fortuna, animados por el bajo precio de las apuestas (desde 200 pesetas) y al ambiente festivo. Y es que entre carrera y carrera, aparte de poder comer y de beber en las cafeterías, varios espectáculos (el sábado actuó un grupo de bailarinas canadienses) amenizan la noche a todos los que se acercan a este inmenso complejo en Mijas, cuya entrada es gratuita.

Muchos extranjeros, muchas familias y pocos entendidos en la materia. Eso es lo que cuenta el gerente del establecimiento, José Juan Abrines, quien explica que a pesar del desconocimiento ecuestre "España necesita hipódromos". El principal problema con el que se ha encontrado al poner en marcha este negocio es que no hay caballos suficientes. La mayoría de los que competían el sábado (seis por carrera), eran ingleses, suecos o irlandeses. "No existe una cultura equina y los que más entienden son los extranjeros", comenta el gerente. Es fácil comprobar la notable presencia de visitantes de otros países, no tanto si son entendidos: entre el público internacional, los bocadillos y las pizzas también superan ampliamente el número de prismáticos.

En cuanto finaliza la primera carrera, lo único que se oye son los gritos de una pandilla de jóvenes que vienen desde Málaga y que a pesar de comentar que no tienen "ni idea de caballos" han tenido suerte. Por 200 pesetas han ganado 3.000 que se gastarán más tarde cenando en uno de los restaurantes del complejo. Según el gerente del establecimiento, cerca de 3.000 personas se acercan todos los sábados por la noche al hipódromo, que ha costado 4.000 millones de pesetas hasta la fecha. Hasta final de año se va a invertir otros 2.000 millones.

Para rentabilizar el negocio, aparte de las carreras de caballos, el complejo abre todos los días y ofrece la posibilidad de dar clases de hípica por las mañanas y por las tardes de lunes a jueves. Los viernes por la tarde también ofrece actividades: se dejan de lado los animales para dar conciertos en directo aunque la mayoría de la gente acude los sábados y los demás días el establecimiento queda medio vacío.

Una pista de atletismo, una clínica veterinaria y un hotel canino, donde se pueden hospedar los animales por horas, días o semanas, son las otras instalaciones del complejo. Las carreras empiezan a las once de la noche y terminan a las dos de la madrugada. Este verano el periodo de carreras empezó el pasado 1 de julio y finalizará el 7 de octubre. Después de esta fecha, los caballos se subastan y se prepara la temporada otoño-invierno en donde las carreras se realizarán los domingos por la mañana, según cuenta el gerente. Antes de la subasta, la noche de los sábados el hipódromo se seguirá llenando de familias que tienen una ocasión para ver de cerca caballos nobles y jalear a los jinetes en los escasos dos minutos que dura una carrera... Si distinguen a los contendientes, porque la luz tenue que ilumina las pistas impide apreciar algunos momentos de la competición.