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LA LIDIAFERIA DE VITORIA

La primera en la frente

Ayer en Vitoria se presentó un saldo de corrida. Toros supuestamente tocados de pitones. Blandos y alguno inválido. Faltos de clase y de raza. Esto es lo que quieren las figuras. Luego dirán que no pudieron hacer faena alguna, pero eso se sabía de antemano. Y así, Rivera Ordóñez estuvo y no estuvo en su primero. Ventilado el 50% de su compromiso, en su segundo toro trató de hacer ver que se iba a comer el mundo. Instrumentó dos largas cambiadas, lanceó a pies juntos e hizo un quite por faroles, por cierto, bastante movidito. Empezó la faena rodilla en tierra. Y a partir de ahí fue todo un compendio de derechazos y naturales sin mandar ni ligar. Faena sin mando con la novedad de querer engañar al público realizando algunos derechazos y naturales mirando al tendido. En resumen, muchos pases y ninguno bueno.A su primer toro, un mansote declarado, Dávila Miura toreó con las dos manos sin un átomo de mando ni calidad alguna. Toreó por naturales, con más voluntad que acierto. A su segunda res, sumamente blanda, se infló a torear en especial por derechazos, pero todo ello sin ligar y sin profundizar. Los naturales que trató de endilgarle a su segundo toro, apenas calaron entre el público.

Domecq / Rivera, Mora, Dávila

Toros del Marqués de Domecq, blandos, pobres de cabeza, sin clase, 1º y 2º mansos. Rivera Ordóñez: cinco pinchazos, estocada caída (silencio); dos pinchazos, estocada (ovación). Dávila Miura: dos pinchazos, estocada delantera (aplausos); estocada delantera (ovación). Eugenio de Mora: pinchazo, estocada (oreja); estocada delantera, dos descabellos (silencio).Plaza de Vitoria, 5 de agosto. 1ª de feria. Media entrada.

Eugenio de Mora tuvo un poquito más de suerte en el primero de su lote. Pudo torearle con ambas manos sin ligar. Destacamos algunos naturales aceptablemente templados, mas sin que fueran un dechado de calidad. La suerte también le acompañó en que al ser ese toro el tercero de la tarde, el presidente le regaló la oreja para que parte del público sacara los bocadillos y merendara tranquilamente. Habría que inventar una imagen para esa oreja, llamada la de la merienda. Esto es: regalo para descansar.

Insistimos en que las figuras contratan con los empresarios esas corridas en las que saben de antemano el material con el que se van a enfrentar. Ese material consiste en presentar muy poco riesgo, ya que los veedores se las arreglan para que los pitones de esos toros estén supuesta y cómodamente arregladitos. Además de eso, viene la poca fuerza que arrostran de suyo. Con la añadidura, en el caso de los toros de ayer, que alguno parecía que no coordinaba lo suficientemente bien. Ya es lo que faltaba para que el fraude sea completo. Y los públicos llenan o medio llenan las plazas, se dejan el dinero, y aquí paz y después gloria. ¿Vamos a llamar al espectáculo de ayer en Vitoria fiesta de toros o, más bien, fiesta brava?

Lamentablemente, aquello que podía resultar una fiesta palpitante, con vibraciones especiales, como no hay espectáculo en el mundo, lo cierto es que el resultado final es la antítesis de el deseo idealizado de los buenos aficionados.

Pero la vida sigue y las crónicas de toros también. Parece que lo natural es comentar aquello que se está viendo. Y lo impropio consistiría en dar juego a los taurinos que viven de esto y que para seguir viviendo intentan decir que la fiesta está como nunca, que los toros son más bravos que nunca y que llevan en sus astas alfanjes de diamante.

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