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Entrevista:VERANO2000PALABRA ANDALUZA JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA - ESCRITOR

"A un autor sólo le valen el trabajo y la paciencia"

Aunque siga conservando su cara de estudiante aplicado, José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963) es un escritor todoterreno capaz de desenvolverse en los ámbitos de la poesía, la narrativa o el artículo periodístico con la misma soltura. La raya de tiza, El hombre del velador, Cuento de invierno, Malos pensamientos y La sonrisa del diablo son algunos de sus títulos más aplaudidos.Cinéfilo confeso -"pero más de reposiciones de madrugada que de temas de cine", matiza- suele veranear en la localidad gaditana de Zahara de la Sierra, donde a menudo coincide con otros compañeros de oficio. En la actualidad, ultima los detalles de su próxima novela, que verá la luz en el otoño próximo bajo el título Las islas pensativas, y culmina la traducción de un texto autobiográfico de Henry James llamado Small boy and others [Un chiquillo y otros], que viene a sumarse a anteriores proyectos sobre la obra de Rudyard Kipling y Joseph Conrad.

Pregunta. ¿Hasta qué punto influye en su trabajo el factor casualidad?

Respuesta. Yo diría que tiene escasa importancia. La casualidad se da cuando tú mismo has trabajado todas las opciones y te decides por una. O sea, que ese momento mágico sólo llega después de pensar mucho, de varios meses, o años, de trabajo.

P. ¿La búsqueda de la originalidad pueden convertirse en una obsesión? ¿Son ustedes tantos que hay que destacar a toda costa?

R. Eso es algo que en todo caso percibe el lector. Tú sólo buscas lo que quieres decir, y está claro que lo haces rodeado de antecedentes, influencias, referentes...

P. ¿Cuáles son los suyos? ¿Dónde están sus coordenadas como escritor?

R. No sabría decirlo. Es algo que va cambiando según voy leyendo y me van gustando ciertos libros hasta el punto de sentirme en deuda con ellos. Pero luego todo se relativiza. Philip Larkin, Pessoa, Gil de Biedma, Poe..., todos han tenido su momento. Lo ideal es siempre sintetizar y superar esas influencias.

P. ¿Reconoce usted esa frialdad inglesa que algunos le atribuyen?

R. Ese es mi fracaso como escritor, porque estoy convencido de que mis poemas tienen emoción. Algo falla, quizá tengo una idea equivocada respecto al lector. Siempre espero que sea él quien reconstruya las emociones del poema. De todos modos, evito las construcciones que puedan resentirse de mi frecuentación del inglés y aspiro a una correcta dicción castellana.

P. Suele insistir mucho en que sólo tiene media docena de lectores fieles, ¿eso es modestia u homenaje?

R. Quizá sólo una broma para reanimarme.

P. Pero, ¿le resulta fundamental pensar en un destinatario a la hora de escribir? ¿No quedamos en que hacer literatura era como arrojar botellas al mar?

R. Supongo que los libros se imprimen para que lleguen a la gente. Y la maquinaria editorial exige lectores, aunque sea en número simbólico. Ninguno de mis libros es un best-seller, pero al menos son objeto de un digno goteo de ventas.

P. De cara a los principiantes, ¿existe en el mundillo literario un código secreto de cosa nostra que permita prosperar en el oficio?

R. Si lo supiera, hubiera recurrido a él. Yo sólo conozco dos secretos: el trabajo y la paciencia. Hay otros caminos, que yo nunca he frecuentado mucho: los premios, las revistas, los círculos de amigos con aficiones similares...

P. Pero no negará que es bueno tener padrinos poderosos...

R. Si existen realmente, no creo que puedan empujar más de un título o dos sin un talento que respalde al ahijado. Hay muchos casos de esos.

P. Acabemos, ¿ha dejado de reinar en la noche gaditana?

R. Mi reinado terminó sin que me derrocaran. La paternidad tiene buena culpa de eso.

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