Las elevadas deudas abocan a la histórica Sala Zeleste al cierre
El concierto que el pasado lunes ofrecieron The Wailers en Zeleste puede ser el último que se realice en la histórica sala de conciertos barcelonesa. Fuentes de la empresa que gestiona la sala han asegurado que Zeleste puede cerrar en breve sus puertas debido al impago de los alquileres, unos seis millones de pesetas, que han motivado que los propietarios del edificio hayan instado el deshauciar a los inquilinos, la empresa Almogàvers S.A. La sociedad también adeuda a la Seguridad Social 130 millones de pesetas.
Los promoteres buscan local
Esta situación ha convertido a la sala Zeleste en un proyecto económicamente inviable, que aboca al local al cierre en una fecha todavía no determinada, pero que no se dilatará en el tiempo.A principios de este año, Zeleste había comenzado a funcionar a pleno rendimiento tras la reapertura de las salas 2 y 3, en las que la empresa que gestiona el local había invertido cerca de 30 millones de pesetas para adecuarlas a las medidas de seguridad que exige la ley. Además de su funcionamiento como sala de conciertos, las instalaciones de Zeleste eran utilizadas por diversas empresas como discotecas durante los fines de semana. Es el caso de A Saco, Back Fire y Del Sur, nombres comerciales que explotaban las instalaciones de Zeleste con espléndidos resultados por lo que a asistencia de público respecta. En conjunto, Zeleste ofrecía anualmente más 50 conciertos, que significaban el paso por la sala de cerca de 600.000 personas por temporada.
Lo que conducido al callejón sin salida en el que se encuentra Zeleste es la elevada acumulación de deudas por un valor cercano a los 200 millones de pesetas. A los seis millones que deben de alquiler del local y los 130 que adeudan a la Seguridad Social hay que sumar 60 millones que la empresa que gestiona el local debe todavía a los acreedores que en 1988 llevaron a que la sala se declarase en fuerte crisis. En 1989 se encargó a tres síndicos que controlaran la actividad del local para garantizar así la devolución de los impagos. En aquel momento, por este concepto Zeleste debía unos 120 millones de pesetas.
En 1995 Víctor Jou, director de Almogàvers S. A, la empresa que gestiona Zeleste, recuperó el control de la sala con la condición de enjuagar la deuda en un plazo de 10 años que vence en 2005. Ahora, este plan para sanear la economía del histórico local de conciertos está prácticamente abocado al fracaso al haber iniciado los propietarios del edificio los trámites para deshauciar a los inquilinos. Los propietarios, a los que Zeleste debió alquileres en el pasado, no están dispuestos a que la situación vuelva a repetirse. Por su parte, la Seguridad Social ha instado el embargo del contenido de la sala como garantía para cobrar los cerca de 130 millones que adeuda la empresa.
Víctor Jou, alma mater de Zeleste, no pudo ayer ser localizado por este diario, pero ya ha notificado a los promotores de conciertos que deben buscar otros locales para las actuaciones que tenían previstas a partir del próximo mes de septiembre, según han explicado ellos mismos, que expresaron su consternación ante el cierre inminente de la sala. Para Eduardo Moller, de Gamerco, "el cierre de Zeleste supone al rock lo que sería el cierre del Liceo para la ópera en Barcelona. Esto sitúa a la capital catalana a un escalón por debajo de Madrid en lo referente a infraestructuras para música en directo". Según Moller, "no todos los grupos son Eric Clapton, los Rolling Stones o Phil Collins, bandas de estadio con gran capacidad de convocatoria". "Es más", añade el promotor, "la mayor parte de las bandas que visitan Barcelona tienen una capacidad media de convocatoria que hace de Zeleste un local imprescindible para la ciudad".
El cierre de Zeleste alejará a Barcelona del circuito internacional, según los promotores
La consternación que la inminencia del cierre de la Sala Zeleste a causa de sus elevadas deudas ha provocado en los promotores musicales de Barcelona lleva a Robert Grima, director de La Iguana Internacional, a exclamar: "Perdemos la mejor sala de conciertos de España, la que daba cobertura a los artistas como Suede, Paul Weller o Richard Ashcroft, que ahora no podrán actuar en Barcelona". Para Grima, el cierre de Zeleste supondrá "un verdadero desastre para Barcelona, que sin duda se verá apeada de los circuitos internacionales de conciertos ante la imposibilidad de encontrar en la capital catalana una sala con las mismas características. Ahora dispondremos de salas tipo Bikini, de poca capacidad, o el Velódromo de la Vall d'Hebron; un recinto sólo es rentable con bandas de capacidad de convocatoria media-alta". El promotor apunta que "Zeleste debería ser considerado un patrimonio de Barcelona y, como tal, las instituciones públicas deberían mediar para evitar su cierre".Pero no sólo los promotores de pop-rock se han visto contrariados ante la situación crítica en la que se encuentra Zeleste. Enric Les Palau, uno de los responsables de Advaced Music, empresa organizadora del Sónar, ha visto cortada de cuajo una iniciativa que querían poner en marcha con un concierto de Laurent Garnier en Zeleste el próximo 8 de septiembre. "Lo que queríamos era sacar a los pinchadiscos más populares del circuito de clubes y llevarlos a locales de conciertos, que dada su característica personalidad neutra sólo se llenan cuando el artista programado interesa al público". Les Palau califica de "dramático" el cierre de Zeleste, "un espacio que por su polivalencia se ajustaba de forma idónea a las necesidades de un promotor actual". El organizador del Sónar coincide con todos los promotores consultados en señalar que "quien más perderá con la desaparición de Zeleste será Barcelona como ciudad y, por extesión, su público, que verá cómo los artistas internacionales de relieve ya no actuarán aquí".
Si el concierto del pasado lunes por la noche de The Wailers acaba por ser el último que acoja Zeleste eso significará el fin de la historia de la sala de conciertos más veterana de España. Zeleste abrió sus puertas en la calle de Argenteria, entonces Platería, el 17 de mayo de 1973, y su actividad musical dio origen a la etiqueta "sonido laietano", que englobaba la fusión practicada por bandas como Secta Sónica, Orquesta Platería, Música Urbana o Blai Tritono. Eran los tiempos en los que el jazz se fusionaba con el rock y la salsa, y en Barcelona esta fusión se realizaba en los conciertos que Zeleste acogía. Más tarde la movida madrileña aterrizó en Barcelona también en Zeleste, local que vio los primeros conciertos en esta ciudad de Golpes Bajos, Siniestro Total, Gabinete Caligari, Duncan Dhu o Radio Futura. En 1987 la sala se trasladó a la calle dels Almogàvers, donde ha seguido marcando la pauta en lo referente a música en directo. Por Zeleste han pasado artistas como Paul McCartney, Lou Reed, James Taylor o Franco Battiato, cuatro ejemplos de una amplísima lista de nombres que asocian Barcelona al nombre de la sala. Y es que en el vocabulario de los músicos de rock y pop internacionales y nacionales, Barcelona se llama Zeleste.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.