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Reportaje:VERANO SOLIDARIO

Cooperantes precoces

Reyes Rincón

A Ana María López, estudiante de segundo de Bachillerato de Alcalá de Guadaira (Sevilla), lo que realmente le hubiera gustado hacer este verano era irse a echar una mano a un campo de refugiados de Bosnia, como ha hecho su hermano; pero para eso hace falta ser mayor de edad, y ella tiene 17 años. Para matar el gusanillo, decidió colaborar con la ONG Caravana por la Paz, que este verano ha traído a Alcalá a 24 niños bosnios, de entre ocho y 14 años, para que fueran acogidos en familias del pueblo.Ana María, otros nueve chavales alcalareños y un grupo de pedagogas se encargan, durante el mes y medio que permanecen los niños en España, de organizar talleres de manualidades, juegos y deportes, todos los martes y jueves. "Se trata un poco de aliviar de trabajo a las familias, pero, sobre todo, de que los niños se diviertan, aprendan cosas y pasen unas horas juntos".

Siempre le había atraído lo de participar en alguna iniciativa solidaria, pero no terminaba de decidirse. Esta primavera, los responsables de Caravana por la Paz dieron una charla en el instituto de Ana María para concienciar a los jóvenes de que su ayuda podía ser muy útil y de que existen muchas formas de aprovechar unas vacaciones que se hacen, a veces, demasiado largas. A Ana María le gustó la idea y se la comentó a sus amigos: algunos optaron por no complicarse la vida; otros, sin embargo, decidieron acompañarla. Alejandro Benítez, de 18 años, fue uno de ellos. "Yo sí tengo edad para ir a ayudar a Bosnia, pero no me veo. Es demasiada responsabilidad y prefiero esperar a escuchar qué me cuentan los que han ido este año". Si las referencias son positivas, promete ir el verano que viene. "También sabía que mis padres no podían comprometerse a acoger a un niño. Así que lo único que podía hacer era colaborar en todas las actividades que se organizasen desde aquí".

Tanto a Ana María como a Alejandro, lo que más les sorprende es "lo rápido que aprenden todo" los niños acogidos en Alcalá. Nunca se habían bañado en el mar o en una piscina y ahora todos dan unas brazadas sin hundirse; llegaron si saber nada de español, y ya emplean incluso algunas expresiones coloquiales habituales entre los chicos de su edad.Además de los talleres, Caravana por la Paz ha previsto visitas a la playa, a Guadalpark o a Isla Mágica. "Al principio algunos niños lo pasaban fatal, todo les daba miedo", recuerda Alejandro, "pero ahora disfrutan cada día más".

Los chicos mayores, los de 13 y 14 años, tardaron en integrarse, "son menos expresivos y se aburrían. Pero ahora que nos comunicamos mejor entre todos, se divierten como los demás". Los pequeños, "que son cariñosísimos", se adaptaron desde el primer día, aunque hubo también quien lo pasó mal. "Una de las más pequeñas lloraba en todas las actividades y el día que fuimos a Isla Mágica se agarró un sofocón increíble. Al final conseguimos entender que ella creía que cuando se reunían todos los niños era para volver a Bosnia y eso le daba pánico". Algo parecido a lo que le ocurrió a otra de las pequeñas cuando, para ir a Guadalpark, pasaron por delante del aeropuerto.

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Sobre la firma

Reyes Rincón
Redactora que cubre la información del Tribunal Supremo, el CGPJ y otras áreas de la justicia. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local en Sevilla, corresponsal en Granada y se ha ocupado de diversas carteras sociales. Es licenciada en Periodismo y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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