Contra Leire y las ONG
No es la primera, ni será la ultima vez, que la diputada socialista Leire Pajín recibe una andanada por el simple hecho de ser mujer, joven, valiente, y guapa. No tengo el gusto, ni siquiera profesionalmente, así que de ninguna manera puede resultar ésta una defensa por simpatía personal (en el dudoso caso de que necesite quien la defienda). Y si hoy comento cierta destemplada crítica, tampoco es porque el autor o su columna tengan la más mínima importancia, sino porque es grave que perduren los atavismos decimonónicos que vienen rodeando la actividad pública de las mujeres, y más si se camuflan de paradigma de la contemporaneidad.A los señores diputados no les atruibuimos una mala actuación por el implante capilar, una sombra de corruptela debida a la corbata chillona, o una sospecha de nepotismo escondida en el alza de los zapatos. Pero ellas siguen siendo interpretadas, antes que en sus hechos, en sus peluquerías, sus salas de estar y sus guardarropas. Y aún más si son jóvenes y de buen ver.
En el caso de Leire Pajín, de la que sí consta su temprana y ya acreditada vocación política, resulta que un tal Ramón Palomar (Las Provincias, 26 de julio) se muestra "achantado" por el toque políticamente correcto de la "señorita", por "molona y concienciada". Se refiere a su cargo en la Ejecutiva Federal del PSOE como de "esa cosa llamada Relaciones con ONG y movimientos sociales". Y tras un vertiginoso bucle de originalidad argumental, de la "sor Citroen en versión laica" pasa directamente al intento de desprestigio de la "peña que se apunta a voluntariados y milongas porque en realidad los que no se aguantan son ellos", añadiendo la sagaz explicación de que así "se ayudan a sí mismos" y de que son los "Viridiana del dos mil". (Se trata de los mismos "despreciables egoístas" en los que pensaba Eduardo Galeano cuando escribió sobre el valor de las cosas chiquitas aunque "no expropien la cueva de Alí Babá: ... actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable").
La descalificación de los voluntarios ( forma parte del esnobismo cutre que dice odiar todo lo políticamente correcto) no impide a este personaje reconocer, en un alarde de lucidez, que hay hambre, desastres ecológicos, esclavos, huérfanos... todas esas menudencias a las que los "milongueros" dedican su tiempo. Aunque añade, presumiblemente con intención irónica, que el único movimiento social que conoce es el de la guitarra eléctrica, así como que "reza a San Vicious para que retorne la turba punkarra a escandalizar el cotarro".
Leire: disculpa, te estoy ocupando unos minutos con esta respuesta a algo que no debería merecer ni un pensamiento. Pero como eres tan joven e inexperta, tan "cielo y querubín", quizá, y para mejor desempeño de la tarea encomendada, te conviene saber que la fórmula idónea en la lucha contra las injusticias y desigualdades no es meterse en política, ayudar a las ONG, u otras actividades trasnochadas. Ni siquiera empuñar la pistola y tirarse al monte de la revolución imposible.
Aprended de los maestros, jovenzuelos imberbes: el sistema eficaz, trasgresor y modelno para mejorar este mundo cruel es escribir artículos pedorros en el periódico conservador.
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