Clark, familia olímpica
Las hermanas Hazel y Joetta, con su cuñada Jearl, logran una insólita clasificación conjunta para Sydney
Gainesville es una ciudad estadounidense al norte de Orlando y Disney, mucho más arriba que Miami (unos 500 kilómetros), y con la única particularidad importante de ser la sede de la Universidad de Florida. Para España también recuerda que allí se formó Martín López Zubero, el nadador que más gloria ha dado al deporte nacional en su especialidad. En Gainesville hace más frío en invierno y mucho más calor en verano que en otras ciudades de Florida, incluida la gran Jacksonville. Está en el centro del Estado y la humedad de los lagos y de la frondosa vegetación la hace ahora bastante insoportable.Pero la temperatura del éxito deportivo estos días es mucho mayor. Y esta vez no ha sido por el baloncesto o el equipo de fútbol americano, los Gators (de alligators, caimanes), sino por el atletismo. Gainesville está de moda por la hazaña de la familia Clark en las pruebas de selección para los Juegos Olímpicos de Sydney que terminaron el domingo en Sacramento (California). Junto a la atracción inicial y el fiasco definitivo por las lesiones de Michael Johnson y Maurice Greene en la esperada final de los 200 metros masculinos, se confirmaba lo insólito en los 800 femeninos.
Las hermanas Hazel, de 22 años, la más joven, y Joetta, de 37, junto a su cuñada Jearl Miles-Clark, de 33, la de más nivel internacional, que ya habían hecho los mejores tiempos en semifinales, coparon las tres primeras plazas, que daban el pasaporte olímpico. La familia Clark sucede así a la Lewis (los hermanos Carl y Carol) y Joyner (Al, su fallecida mujer, Florence Griffith, y su hermana Jackie, la gran superviviente).
La cuestión familiar en los Clark no sería completa sin empezar desde las bases. Joe Clark, el padre, es un personaje que llegó a aparecer en la portada de la revista Time e hizo historia como director de colegio en New Jersey. La disciplina no era un secreto para él, que logró solucionar algaradas de cientos de estudiantes a base de manejar con soltura un bate de béisbol.
Fruto de este carácter han sido sus hijos. Ni siquiera quiso que se dedicaran a las pruebas de velocidad, como es más habitual en los atletas de raza negra por sus características de musculación explosiva gracias a su mayoría de fibras rápidas. "Odio que la gente diga que los negros estadounidenses sólo pueden correr distancias cortas. En las más largas los atletas demuestran que son más fuertes y disciplinados. Por eso quise que mis hijos corriesen en ellas", ha llegado a decir el patriarca Clark.
Porque, al referirse a su prole, Joe habla de hijos, no sólo de hijas. Además de Joetta y Hazel, estaba J. J., el hermano, que pronto se cansó de la dureza del medio fondo, se dedicó a entrenar y es el técnico de toda la familia. Por su matrimonio con Jearl Miles se incorporó la tercera mujer atleta al clan. Ella es la que ha obtenido mejores resultados. Formó parte de los relevos de Estados Unidos de 4 x 400 metros que ganaron la medalla de plata en Barcelona 92 y la de oro en Atlanta 96.
Ahora, en Sacramento, también ha conseguido plaza en la prueba de la vuelta a la pista (fue segunda, tras Latasha Colander-Richardson) y en el relevo. Tiene la 17ª mejor marca de todos los tiempos, con 49.40 segundos desde 1997, pero no está entre las 20 mejores en 800, aunque la temporada pasada fue la tercera del año, con sus 1.56.40 minutos conseguidos tras la mozambiqueña Maria Mutola. Ésta, junto a la rusa Svetlana Masterkova y la checa Ludmila Formanova, campeona en Sevilla 99, fueron precisamente las que la apearon del podio mundial y amenazan con volver a hacerlo.
El futuro está en su cuñada Hazel, ganadora en Sacramento, con 1.58.97, ante la propia Jearl, 1.59.12, y Joetta, su hermana, la gran veterana, que aún tuvo arrestos para superar, 1.59.49, por una centésima a Meredith Raine-Valmon (mujer de otro atleta) en la recta final para estar en sus cuartos Juegos.
¿Hubo táctica familiar en la final? No. Joetta, la que pasó más apuros, lo había dicho días antes: "Si se plantea algo así, una carrera para clasificarnos las tres, ninguna lo conseguirá. Puede verse como un asunto de familia, pero cada una defiende sus intereses, y si hace lo que debe, lo lograremos". Así fue. El nuevo apartamento de Hazel tiene el número 123. Significativo.
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