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El fracaso electoral precipita el cisma de la izquierda mexicana

Juan Jesús Aznárez

El naufragio de la izquierda mexicana en las elecciones generales del 2 de julio ha causado tales divisiones en su seno que todo está en entredicho: desde los principios hasta su actual dirección y el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas, quien aconsejó no apostar al fracaso en las urnas del presidente electo, Vicente Fox. Ayer dimitió el secretario general del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Zambrano, y cinco miembros del Comité Ejecutivo.

Pocas veces se han escuchado tantos insultos y acusaciones como los vertidos durante el IV Consejo Nacional del PRD, centro-izquierda. Aunque se proclama representante de la izquierda, "no consigue, en un país de pobres, que la mayoría de los pobres vote por él", destaca el analista Rafael Ruiz. Si grave es la crisis registrada en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) después de perder la presidencia, tras conservarla 71 años, alarmante parece el choque de corrientes y tribus políticas e ideológicas entre el Consejo Nacional y el comité de campaña del PRD. Aunque este partido retuvo la alcaldía de Ciudad de México, el segundo puesto en importancia después de la presidencia de la República, cayó de 125 a 53 escaños en una Cámara de diputados de 500 miembros. Cárdenas sumó el 16,6% de los sufragios, por detrás de Francisco Labastida, aspirante del PRI, con el 36,1%, y de Vicente Fox, con el 42,5%.

Definitivamente desorientada, la izquierda y el partido fundado en 1989 por disidentes del PRI no encuentra el rumbo. Unos piden la "refundación"; otros, la "reconstrución", y otros, como Monreal, la creación de un nuevo partido, socialdemócrata, en alianza con las "fuerzas progresistas" del PRI y del nuevo partido en el poder a partir del 1 de diciembre, el Partido de Acción Nacional (PAN), centro-derecha, que ganó las presidenciales con Vicente Fox. Corroído por "vicios antidemocráticos y fraudulentos internos", en alusión a las trampas de unos y otros durante las elecciones internas de marzo de 1999, el partido corre el riesgo de desaparecer, advirtió Raúl Álvarez Garín, líder universitario durante las movilizaciones de 1968.

El informe de su presidenta, Amalia García, apenas fue autocrítico, rechazó el linchamiento como metodología de trabajo y arremetió contra las corrientes "que se apoderaron del partido", incluso, dijo, obstaculizaron al equipo de campaña de Cárdenas, que perdió sus terceras elecciones presidenciales. Las anteriores fueron en 1988 y 1994. "¡Son chingaderas!", respondieron a gritos los aludidos.

El hijo del general y presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) encajó graves imputaciones durante el desarrollo del Consejo Nacional, al que acudieron los más de 300 miembros. El candidato, por su parte, repartió las culpas. El PRD, dijo, fracasó porque se agotó en las disputas internas y el clientelismo, hubo posturas derrotistas y la asignación de funciones se hizo en atención a las cuotas de poder reclamadas por las facciones.

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