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35º CONGRESO DEL PSOE

El hombre que enarboló el cambio tranquilo

Cuando murió Franco, tenía quince años. Y cuando se aprobó la Constitución, se afilió a las Juventudes Socialistas del PSOE, con dieciocho años. En 1986 se convirtió en el diputado más joven del Congreso. Nunca hasta ahora había participado en las reuniones decisivas para formar la ejecutivas federales del PSOE. No había formado parte de la dirección del partido hasta hace tres años. Y anoche, a trece días de cumplir los 40 años, era secretario general del PSOE y se enfrentaba al desafío de componer un equipo dirigente que saque a ese partido del taller y le coloque en dirección y velocidad de ganar.Por la mañana, en su discurso, había ofrecido "cambio tranquilo". Pero el resultado de la votación que le ha aupado es de las que arrojan un resultado con más coste interno para el propio PSOE, por las figuras electorales que han quedado dañadas y por la fragmentación de las organizaciones territoriales. Bono ha sufrido un fracaso que le afecta como presidente de Castilla-La Mancha, la única comunidad autónoma donde los socialistas han sumado cinco mayorías absolutad consecutivas. Rosa Díez, que obtuvo un buen resultado electoral hace ahora un año en los comicios al Parlamento Europeo, ha cosechado un respaldo insignificante. Y Manuel Chaves, presidente de la comunidad autónoma que es el principal granero de votos socialistas y donde los populares también acortan distancias, ha quedado tocado por un resultado que no es el que más prefería.

La entonación de sus expresiones, los gestos con los que les da énfasis, el empleo de los "por consiguiente" hacen pensar que hay en Rodríguez Zapatero una búsqueda muy deliberada de semejanzas con Felipe González. Un líder al que descubrió, y le dejó encandilado, en el primer mitin que le escuchó, en 1977, en Gijón, a donde acudió junto a su familia para oir al joven y reformista líder del PSOE.

Aquel discurso y la propia maduración de sus ideas, ayudada por las conversaciones con su padre, de ideas socialistas aunque sin adscripción partidaria, y con su hermano, alineado con la izquierda antifranquista, le decantaron por el ingreso en el PSOE al año siguiente. Una decisión de la que informó a su familia después de haberla ejecutado.

Su llegada a la agrupación socialista de León fue especialmente bien acogida por los más veteranos, por los socialistas que le recibieron como nieto del Capitán Lozano, un oficial del Ejército de la República fusilado en julio de 1936.

Rodríguez Zapatero se licenció en Derecho en la Universidad de León cuatro meses antes de que el PSOE ganara con mayoría absoluta las elecciones de 1982. Elaboró su tesina sobre el Estatuto de Autonomía de Castilla y León, y fue contratado como profesor de Derecho Político.

En 1988 fue elegido por primera vez secretario provincial de los socialistas leoneses. Un puesto que ha sabido revalidar a lo largo de una década, lo que le acredita no sólo como un político que procede del aparato sino también como duro y hábil componedor de mayorías. Al fin y al cabo ha demostrado, a lo largo de una década, ser un dirigente que sabe sobrevivir políticamente en una ciudad donde las elecciones municipales las ha ganado el PP, a la vez que la Diputación provincial la conquistaba el PSOE. En esa gestión como dirigente provincial, Zapatero ha demostrado, según quienes le conocen, instinto para abrirse camino y fraguar los pactos que le hicieran falta. Unas cualidades que son condición necesaria para ser líder nacional de un partido. Aunque algunos de los que constatan esa cualidad preferirían que se despojara cuanto antes de algunos apoyos en las bases que ahora ha utilizado para acceder a la secretaría general y que, según veteranos conocedores del partido, son "poco sanos".

La base de su lanzamiento ha estado en el Grupo Parlamentario Socialista. Como diputado socialista por León ha formado parte, en sucesivas legislaturas, de la Comisión de Justicia e Interior, de la Comisión Constitucional, de la del Defensor del Pueblo y, sobre todo, portavoz de la de Administraciones Públicas, donde ha realizado una laboriosa e intensa tarea de oposición al Gobierno del Partido Popular.En las elecciones primarias, estuvo de parte de Joquín Almunia, pero en la trayectoria del PSOE ante las elecciones del pasado mes de marzo vio errores que le impulsaron poco después a una movilización para repararlos. Sin ánimo vindicativo, matizan sus amigos. Sin pretensión de exigir responsabilidades, pero con voluntad de rectificar errores y de buscar la sintonía con la España de 2000.

En casa de Trinidad Jiménez, asesora del PSOE en el departamento de relaciones internacionales, Rodríguez Zapatero, Jesús Caldera y Jordi Sevilla, entre otros, se reunieron a finales del pasado marzo, después de conversaciones informales entre ellos, para lanzar un impulso renovador de cara al 35º Congreso Federal del PSOE. Una de las conclusiones compartidas fue que el partido socialista no era fiel reflejo de la sociedad, sin que ese punto de vista suponga una perspectiva desideologizadora. Y que el lanzamiento público de su propuesta no podía circunscribirse a las reformas internas que necesita el partido, sino abogar por un proyecto político nuevo para todo el país. Un proyecto que pusiera el énfasis en la "devolución de poderes y de libertad a la sociedad", que "no actúe a la defensiva ante los retos de la sociedad de la información" y que modernice tanto el funcionamiento del PSOE como su lenguaje.

Casado en 1990 y con dos hijas, de seis y de cuatro años, pasa por ser austero en su vida privada. Le gusta la comida casera. Practica de vez en cuando la pesca de trucha y el footing. Su escritor de referencia ha sido Borges, y en el cine prefiere las obras de autor, preferentemente europeos.

Ayer se benefició de un decisivo trasvase de varias decenas de votos de los guerristas, que prefirieron auparle a él que dejar que venciera José Bono. Un préstamo que a algunos preocupaba por los intereses.

A media tarde, su principal interlocutor, antes de componer la lista de su ejecutiva federal, era Felipe González.

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