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Ábalos y Ciscar evitan expresar sus diferencias ante el pleno del congreso federal del PSOE

Guante blanco. José Luis Ábalos y Ciprià Ciscar, portavoces de los dos sectores de la delegación socialista valenciana presente en el 35 Congreso del PSOE, evitaron ayer expresar en público las profundas diferencias que les separan. Ábalos, representante de la mayoría, sacó a relucir cierto malestar por la falta de atención de la organización hacia la segunda federación del PSOE por número de delegados. Ciscar, cuyo anuncio como portavoz de la minoría suscitó un rumor, hizo un alarde de oficio y oficialismo para eludir cualquier implicación decisiva.

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Pero las públicas virtudes esconden un notable malestar entre ambos sectores que actúan, de hecho, como delegaciones separadas. Un sonoro rumor se extendió sobre la sala del plenario cuando se anunció la intervención de Ciscar, el hombre que ejerció durante seis años como número dos del PSOE desde la Secretaría de Organización del partido, como representante del sector minoritario de los socialistas valencianos. Ciscar fue el único miembro de la última ejecutiva que tomó la palabra ante el pleno. Y olvidó su antigua responsabilidad para hacer un discurso cargado de futuro: estabilidad, identidad, conexión con la sociedad y -nuevo rumor- profundización en la democracia participativa.Ciscar evitó apoyar públicamente la posición oficial sobre la elección del futuro secretario general a una sola vuelta pero no dejó de deslizar algún comentario en favor de la última ejecutiva del PSOE, cuya gestión no se sometía a debate y despejó las disputas entre los socialistas valencianos que redujo a cuestiones domésticas. La intervención, reducida a cuatro a minutos, se extendió hasta recibir dos toques de atención de parte de la mesa del congreso. La extensión del discurso de Ciscar provocó silbidos de parte de algunos delegados.

En pasillos, Ciscar se mostraba exultante y aseguraba que jamás se había sentido tan cómodo en una intervención ante un órgano federal como representante del 40% de la delegación valenciana. "Nunca he hablado con tanto respaldo", sonrió.

Ábalos había mostrado su indignación a primera hora de la mañana cuando los delegados afines a Ciscar dejaron de acudir a la reunión de la delegación socialista valenciana. Ernest Fenollosa recibió una severa reprimenda cuando se le ocurrió sugerir que la mayoría debía haber invitado al sector minoritario a participar en la reunión. Ábalos recordó que las delegaciones socialistas que se estructuran por comarcas sólo deben tener un portavoz, según mandato del último congreso, y denunció el escaso respeto hacia el procedimiento democrático mostrado por Ciscar a la hora de acreditarse como portavoz de la minoría con la aquiescencia de Luis Pizarro, responsable de organización de la comisión política que preside Manuel Chaves.

Los delegados valencianos se mostraban expectantes ante la intervención de Ábalos, que improvisó un discurso perfectamente ajustado a los seis minutos que le fueron concedidos pero que apenas dejó entrever algunas cuestiones espinosas. Ábalos sugirió que la delegación valenciana debía contar con representación en la mesa del congreso, anunció el voto de castigo de la mayoría del PSPV hacia la gestión desarrollada por el comité federal de garantías, un órgano que preside el ciscarista Benito Sanz, y apeló a los delegados para actuar con el coraje necesario para introducir cambios de calado en los mecanismos de participación. Sin embargo dejó de mencionar expresamente la apuesta del sector mayoritario de los socialistas valencianos por la elección del futuro secretario general en dos vueltas, un asunto de procedimiento que centró las disputas entre los sectores oficialistas y más renovadores a lo largo de toda la jornada y que constituyó el único banderín de enganche para definir posiciones ante el pleno.

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Los juegos florales de ambos portavoces responden a estrategias a medio plazo. Ningún sector puede arriesgarse a aparecer como perdedor del congreso federal si pretende afrontar con garantías el inminente congreso nacional del PSPV, previsto para mediados de septiembre. Ciscar ha optado decididamente por el oficialismo, un terreno en el que se desenvuelve como pez en el agua. Ábalos aparece algo más incómodo. Desde el sector mayoritario se denuncia la falta de voluntad de la organización federal del partido para afrontar debates de calado. Tal vez es prematuro exigir al resto de delegados que se enzarce en polémicas tan descarnadas como las que han vivido los socialistas valencianos desde hace años.

Sólo las delegaciones de Asturias y Madrid fueron representadas por más de un portavoz. Pero los socialistas madrileños se llevaron la palma con tres.

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